El pesebre llega a Moscú

Los católicos preparan la Navidad en Rusia

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MOSCÚ, viernes, 23 diciembre 2005 (ZENIT.org).- A unas cuantas horas de celebrarse el nacimiento del niño Jesús en la capital rusa, prácticamente todo se encuentra listo para una de las fiestas de mayor alegría entre los católicos.

En Moscú, a diferencia de otras ciudades del mundo, se acostumbra poner en las iglesias el pesebre y el árbol de Navidad sólo unos días antes de la Nochebuena con el fin de conservar en los fieles la esperanza para recibir al Salvador. De esta forma, aún en el cuarto domingo de adviento, los adornos navideños son prácticamente inexistentes. Sin embargo, al llegar el 24, todo es luz, color y alegría.

En este año, han sido no solamente las religiosas, sino también los niños y adolescentes de la escuela dominical, quienes han ayudado a adornar cada uno de los pinos provenientes de los alrededores de Moscú, así como a colocar las figuras del pesebre, tanto dentro como en el atrio, de la Catedral de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

«La reproducción de la Natividad es, sin duda alguna, una gran atracción para los niños y también para los adultos», explica la hermana Ekaterina, encargada de los preparativos para la celebración navideña. «Es el recordatorio que hacemos, de que Jesús llegó al mundo pobre, en un pesebre y de que nosotros acogemos este pesebre».

Con los diferentes grupos de catequesis y en especial con los más pequeños, de cinco años de edad, se ha preparado un mural navideño para recordar cómo sucedió el nacimiento en Belén: desde la anunciación del ángel a la Virgen María, hasta la llegada a la cueva.

En cuanto a la música se refiere, este año el coro de la Catedral ha invitado a otros tres coros más a participar en la misa con el arzobispo metropolita de la Arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, Tadeusz Kondrusiewicz.

Los coros invitados pertenecen a diferentes escuelas de música del Estado y dos de ellos están integrados en su totalidad por niños.

Se esperan unos 700 participantes en la celebración eucarística entre rusos católicos y de otras confesiones, así como extranjeros provenientes de Corea, Vietnam, Alemania, Francia, España, Italia, América Latina y África, entre otros.

Varias de las comunidades al término de la misa, se reunirán con sus integrantes para celebrar Navidad. Así, la comunidad de habla hispana y portuguesa ha preparado un momento de meditación, juegos y canciones.

Los estudiantes preuniversitarios de la comunidad coreana de san Andrea Kim han organizado una plegaria y canciones navideñas, mientras que la comunidad estadounidense de Nuestra Señora de la Buena Esperanza, celebrará la Navidad en pequeños grupos con una cena y canciones.

Cabe señalar que uno de los momentos más esperados y ya tradicionales de la misa de Nochebuena en la Catedral metropolitana, será la felicitación por la Navidad que monseñor Tadeusz Kondrusiewicz dirigirá a los fieles en más de diez idiomas.

En lo referente a actividades previas a la Navidad, al cierre del Adviento, el arzobispo Kondrusiewicz se reunió con los jóvenes universitarios para exhortarlos a conservar su fe en medio de la influencia del secularismo y sobre todo, a ser testigos del Evangelio en la vida diaria.

Así mismo, y aprovechando la visita a Moscú del arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, monseñor Kondrusiewicz se reunió con sacerdotes y religiosas de las diferentes congregaciones de la arquidiócesis, para desearles una feliz Navidad.

Los buenos deseos se expresaron a través de la tradición polaca «oblatka». En ella, se reparte un pedazo de pan sin levadura (parecido a las hostias que se utilizan en la comunión) a cada asistente, el cual tendrá que ser compartido con las personas del lugar. Para tomarlo, se rompe una pequeña parte del pan de quien lo ofrece y se le desea buenos deseos por el nacimiento de Cristo y por el año que llega. En respuesta, la otra persona tiene que hacer lo mismo.

Después de la felicitación, sacerdotes y religiosas convivieron con los arzobispos Marchetto y Kondrusiewicz.

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ZENIT Staff

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