CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 14 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Incluso en los momentos más difíciles de la vida, Dios siempre está a nuestro lado, reconoce Benedicto XVI.

El Papa llegó a esta conclusión en la audiencia general de este miércoles, en la que junto a unos veinte mil peregrinos meditó en el Salmo 138, «Dios lo ve todo», un «canto de confianza», como él lo definió.

Dejando a un lado los papeles, hablando en una plaza de San Pedro acariciada por un sol tenue pero agradable, sintetizó el mensaje de esta composición bíblica poética con estas palabras: «Dios está siempre con nosotros».

«Incluso en las noches oscuras de nuestra vida, no nos abandona. Incluso en los momentos difíciles, está presente», aseguró.

«E incluso en la última noche, en la última soledad en la que nadie puede acompañarnos, en la noche de la muerte, el Señor no nos abandona», añadió en el día en que se celebraba la memoria litúrgica de san Juan de la Cruz, el santo de la «noche oscura».

El Señor, siguió aclarando en el pasaje que improvisó, «nos acompaña también en esta última soledad de la noche de la muerte. Y por este motivo, los cristianos podemos tener confianza: nunca estamos solos. La bondad de Dios siempre está con nosotros».

Benedicto XVI ya ha tomado la costumbre de añadir algunos pasajes improvisados a la catequesis que ha preparado por escrito. Estas palabras, como sucedió este miércoles, se convierten generalmente en las reflexiones más apasionantes de su meditación.

«Dios sabe todo y está presente junto a su criatura, que no se puede sustraer de Él. Su presencia no es amenazadora ni quiere controlar; aunque ciertamente su mirada también es severa con el mal, ante el cual no es indiferente», había aclarado al inicio al dar lectura de su intervención

«Cada uno de los ámbitos del espacio, incluso el más secreto, contiene una presencia activa de Dios», subrayó.

Dios, aclaró, «siempre está dispuesto a tomarnos de la mano para guiarnos en nuestro camino terreno. Por tanto, no es una cercanía de juicio que causa terror, sino de apoyo y liberación».

Antes de despedirse de los peregrinos, el Papa invitó a prepararse a la Navidad con los sentimientos de san Juan de la Cruz, quien «nos invita a dirigir la mirada del corazón hacia el misterio escondido en Jesucristo, recordándonos que, quien realmente desea la sabiduría divina, desea ante todo entrar en la profundidad de la cruz».

De hecho, en la audiencia, en la que el Papa habló en siete idiomas, se respiraba el clima de preparación de la Navidad. En el centro de la plaza, junto al obelisco, se podía ver el enorme árbol de Navidad traído en este año de Austria, y los andamios que escondían la preparación del belén.

La meditación del Papa continúa con la serie de intervenciones sobre los salmos y cánticos que reza la Iglesia en la Liturgia de las Horas. Pueden consultarse en la sección «Documentos» de la página web de Zenit (www.zenit.org).