RIMINI, jueves, 23 agosto 2007 (ZENIT.org).- «La fe cristiana no es una teología o una filosofía, sino un hecho: Dios se ha revelado en una persona. Y esas piedras han sido testigos de ello, y lo siguen siendo», afirma el sacerdote franciscano Pierbattista Pizzaballa, hablando de los Santos Lugares.
El custodio de Tierra Santa quiso abordar así el martes, en el Mitin de Rimini –organizado por el movimiento eclesial Comunión y Liberación–, el sentido de la presencia cristiana en la martirizada región de Oriente Medio
«La tarea de los cristianos es la de permanecer allí, en nombre de toda la Iglesia, y testimoniar esa presencia con pe mayúscula», subrayó.
Recordó el custodio franciscano que la Orden está presente en la tierra que lleva impresas las huellas de Jesús desde hace ochocientos años, esto es, desde que San Francisco visitó Egipto, Siria y Palestina y se reunió con el sultán Melek el-Kamel. En aquel tiempo, tras la conquista musulmana, ya no había católicos en esos territorios.
A continuación, el Papa Clemente VI estableció las funciones de la Custodia con la bula «Gratias agimus» de 1342, en la que se afirmó que los franciscanos debían recuperar y conservar los Santos Lugares en nombre de toda la Iglesia.
Actualmente la Custodia se encarga también de la conservación del patrimonio arquitectónico y artístico.
En su misión, la Custodia tiene una jurisdicción que se extiende hasta Israel, Palestina, Jordania, Siria, Egipto, Líbano, Chipre y Rodas. Como precisó el padre Pizzaballa, «los Santos Lugares son atendidos por los franciscanos no como un recuerdo, sino como testimonio de una presencia viva».
Sin embargo los continuos conflictos y las dificultades de las relaciones con el islam fundamentalista están reduciendo la presencia cristiana, sobre todo en la franja de la clase media y en los territorios administrados por los palestinos.
Al interrogante de Zenit sobre el número de cristianos en Tierra Santa, el Custodio respondió: «Somos no más de 170.000 cristianos, el 1% de la población, el 60% en Israel y el 40% en los Territorios».
«Los cristianos, sobre todo los residentes en la zona palestina y de clase media, están emigrando, con el riesgo de que la presencia cristiana -por ejemplo en Belén- disminuya a cifras insignificantes», añadió.
Subrayando que «es inútil dramatizar», el padre Pizzaballa indicó en las peregrinaciones la oportunidad de sostener concretamente la presencia y el testimonio cristiano en Tierra Santa.
Por ello la peregrinación «es una obligación moral para todos los cristianos del mundo», a fin de dar «alivio, también económicamente, a las familias cristianas del lugar -considera-. Casi todas viven del turismo religioso».
En términos de afluencia, el Custodio de Tierra Santa apuntó que, tras la crisis del año pasado, generada por el conflicto en la frontera con el Líbano, este año las peregrinaciones se están reanudando de forma vigorosa, hasta el punto de que con frecuencia no hay suficientes guías.
«Las peregrinaciones favorecen la moderación porque cuando se trabaja existe menos tiempo para pensar en los extremismos», constató; además constituyen un fuerte apoyo psicológico, pues «los pocos cristianos que quedan se sienten ligados a una realidad mayor, a muchas personas de todo el mundo, y esto les brinda consuelo».
En cuanto al diálogo y a la colaboración entre las distintas religiones en Tierra Santa, el Custodio expresó: «Cuando se pone un pié en Jerusalén saltan de inmediato a la vista las divisiones, pero ello no es toda la verdad», porque «se comparte muchísimo».