«El gozo de vivir se nos da a todos, es un regalo», subrayó el purpurado porteño, tras pedirle al santo protector de los no nacidos y patrono de las mujeres embarazadas que «sepamos convivir como invitados al banquete de la vida y no andemos prepoteando».
Tras afirmar que «quien se cree dueño de la vida, se equivocó», exhortó a «no creerse que, por tener un pedazo de poder, podemos acaparar o adueñarnos de la vida».
«Cuanto más grande seas, más humilde tenés que ser, porque la altura del poder te marea, y cuando te maréas decís pavadas, cosas que no están en su sitio», dijo utilizando la expresión familiar argentina.
El primado alertó también sobre los «orgullosos» que se «creen dueños de la vida y pueden decir este tiene que vivir o morir» y convocó a utilizar tres palabras: permiso, gracias y perdón. «Gracias por el don de la vida y perdón por las veces que no estuvo a la altura de la vida», insistió en pedirle a la feligresía, con quien mantuvo una suerte de diálogo.
Tras la Eucaristía que fue seguida por mujeres embarazadas, matrimonios que desean tener un hijo y niños, el cardenal Bergoglio bendijo las imágenes de San Ramón Nonato y renovó el compromiso de los «mensajes de la vida» que las llevarán casa por casa para dar testimonio de ese don de Dios.
Al mediodía hubo otra misa en la que se bautizó a diez niños, cuyos padres hicieron la promesa de recibir el sacramento en la fiesta de San Ramón Nonato, y por la tarde el capellán del Hospital «Dr. Enrique Tornú», presbítero José María Vallarino, bendijo las manos de obstetras y parteras. También está prevista una celebración eucarística por la familia, presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Raúl Martín.
A lo largo del día numerosos fieles pasaron por el santuario de Cervantes 1150, para venerar a San Ramón Nonato. Numerosas mujeres embarazadas recibieron la bendición de los niños que llevan en sus vientres y matrimonios deseosos de tener un hijo, pidieron esa gracia al santo.
En tanto, las parejas que esperan un hijo recibieron escarpines de regalo y se comprometieron a traer un par cuando nazca la criatura, a fin de poder entregárselo a modo de testimonio de «fe y esperanza» a otra futura mamá.