ROMA, miércoles, 16 abril 2008 (ZENIT.org).- La comunidad de Carmelitas Descalzas de Antequera, Andalucía, España, lleva desde 1998 ofreciendo al público en general los tesoros que alberga su convento, lo que se ha convertido en un atractivo cultural de la ciudad para numerosos visitantes.
«Hay que alentar a las comunidades que, contando con un notable patrimonio artístico, se deciden a exponerlo a la admiración del público. Es una contribución cultural que la sociedad aprecia y agradece», afirma la página web de la Curia Carmelita.
Este es el caso de las Carmelitas Descalzas de Antequera, Andalucía. Su fundación data de 1632 La iglesia se levantó entre 1707 y 1734, con muchos elementos barrocos del maestro Antonio Ribera. En el interior del monasterio había un buen cúmulo de obras de arte, fruto de diversos legados. El primer mérito es el haberlos conservado celosamente.
En 1998, con el asesoramiento y contribución financiera de varios organismos competentes, se preparó un Museo. Hubo que hacer diversas obras de adaptación, se trasformaron varios locales. Se logró una unidad entre la iglesia, sacristía y las salas adaptadas. El resultado fue un museo conventual de enorme interés y muy apreciado por los turistas. Cuadros y esculturas se exponen en su propio ambiente conventual, separado de la clausura.
«Abrimos a todos aquéllos que quieran acercarse hasta aquí el maravilloso espacio de nuestro Museo Conventual -afirman las religiosas en la página web del Museo–. La sobriedad del conjunto, la armonía del edificio, la belleza y sencillez de todas sus salas, son un mensaje al mundo de hoy de esperanza y de gozo, desde nuestro silencio. Compartimos con todos este tesoro que custodiamos con cariño y con afán».
Con el deseo, añaden, «de que en cada uno que se acerque, se hagan realidad estas palabras de nuestro Santo Padre Benedicto XVI: ‘Los que visitan los Museos conventuales pueden ‘sumergirse’ en un concentrado de ‘teología por imágenes’, al detenerse en este santuario de arte y de fe’».
El recorrido comienza en la iglesia, admirando el retablo del altar mayor (1763-1797) y los altares laterales con hornacinas, ángeles lampadarios, espejos dorados. Las estatuas son de estilo manierista (s. XVII) y rococó Allí penden también los lienzos de Pedro Atanasio Bocanegra y del mejicano Antonio de Torres.
En la sacristía se pueden admirar dos curiosos retratos de finales del s. XVIII, procedentes de América.
En la sala de la Tribuna se exponen el busto de la Virgen Dolorosa, de Pedro de Mena (1751), esculturas policromadas, esculturas de marfil, pinturas manieristas de Antonio Mohedano de la Gutierra.
Sigue la sala de Nicola Fumo por las esculturas napolitanas que alberga de dicho autor de (1705), obras de platería. Se han colocado otras pinturas y otros retratos, como el coetáneo de San Juan de la Cruz, una gran custodia de 1654, un relicario con una carta autógrafa de Santa Teresa (14-06-1577) a Roque de Huerta. Llamativo es el cuadro de Lucas Giordano, que representa a Santa Teresa escritora, presidiendo la sala que lleva su nombre.
Mención aparte merece la sala del Nacimiento con la imagen del Niño Jesús Pastorcito o «Quitapesares», de Francisco Salcillo.
El museo conventual de las Carmelitas Descalzas de Antequera, afirma la página web carmelita, «se ha convertido en un verdadero atractivo cultural de la ciudad y en un ejemplo de lo que puede aportar la apertura pública de los tesoros ocultos en nuestros claustros».
Para más información: www.museoconventualantequera.com.
Por Nieves San Martín