Homenaje de Bush al Papa en el Desayuno de Oración Católica

Celebrado en la mañana de este viernes en Washington

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WASHINGTON, viernes, 18 abril 2008 (ZENIT.org).-  Publicamos las declaraciones que pronunció en la mañana de este viernes el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, durante el quinto Desayuno de Oración Católica en el Hotel Hilton de la capital.

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Gracias por la gentil bienvenida. Austin, gracias por su amable presentación. Gracias por darme esta inusual oportunidad de hablar. Comprendo que este programa da paso a otro discurso (risas). No todos los días puede uno ser el acto que sirve de preludio para el Santo Padre (risas). Es un honor para mí estar aquí. Le agradezco a Austin por su liderazgo a favor del Desayuno de Oración Católica. Le agradezco a la junta de directores por invitarme. Le agradezco al arzobispo Gómez, tejano, por su presencia. Y quiero darle las gracias al obispo Finn, a los miembros del clero. Gracias por sus servicios a nuestro país. Gracias por ser hombres de fe.

Es un orgullo para mí estar aquí con el Presidente de la Corte Suprema, John Roberts (aplausos). Siempre anda en busca de un desayuno gratis (risas). Es un orgullo estar aquí con miembros del Senado y el Congreso de Estados Unidos. Gracias a todos por estar aquí. El procurador general Paul Clement está hoy con nosotros (aplausos). Miembros de mi gobierno, miembros del cuerpo diplomático y distinguidos invitados:

Ésta ha sido una semana de enorme gozo (aplausos). Ha sido un momento de enorme gozo para los católicos… y tampoco fue una mala semana para los metodistas (risas). La emoción es simplemente palpable. Las calles estaban flanqueadas por personas maravilladas de que el Santo Padre estuviera acá. Y fue un privilegio darle la bienvenida a Estados Unidos a este buen hombre.

Para ustedes en el Jardín Sur… quienes vieron en vivo la ceremonia en el Jardín Sur, fue… qué fantástica… fue un momento sumamente especial (aplausos). Y fue un momento especial poder conversar con el Santo Padre en el Estudio Oval. Es un humilde servidor de Dios. Es un profesor brillante. Es un alma cálida y generosa.

Es valiente en la defensa de las verdades fundamentales (aplausos). Su Santidad cree que la libertad es el don del Todopoderoso a todo hombre, mujer y niño en la Tierra. Comprende que cada persona tiene valor, o para usar sus palabras, «cada uno de nosotros es deseado, cada uno de nosotros es amado [y] cada uno es necesario» (aplausos).

El Santo Padre cree firmemente que a quien mucho se otorga, mucho se exige… y es un mensajero del llamado de Dios a amar a nuestro prójimo como nos gustaría ser amados.

He visto la forma en que los católicos estadounidenses son guiados por estas verdades. Una de las ventajas de ser Presidente es que puedo ver con mis propios ojos la forma en que las verdades fundamentales expresadas por el Santo Padre motivan a la gente. Los he visto vivir el Evangelio en innumerables actos de compasión y valentía. Me he unido a ustedes al tratar de cumplir el noble clamor de las Escrituras: ver la imagen de Dios en toda la humanidad y respetar la dignidad de cada ser humano en la Tierra (aplausos).

Juntos, durante casi siete años y medio nos hemos esforzado por respetar la dignidad de la vida humana. Durante los últimos… durante los últimos años, mi gobierno descontinuó el financiamiento de grupos extranjeros que realizan o promueven el aborto usando dinero de los contribuyentes estadounidenses (aplausos). Hemos trabajado juntos para proteger de la violencia a las víctimas nonatas y para acabar con la bárbara práctica del aborto de nacimiento parcial (aplausos). Nos hemos mantenido firmes en nuestra creencia de que los avances médicos prometedores pueden coexistir con las prácticas médicas éticas (aplausos.) El pasado noviembre, se descubrió una forma de reprogramar las células cutáneas adultas para que actúen como células madre embrionarias. Éste es un avance significativo, porque la ciencia… los científicos han encontrado una vía que puede llevarnos más allá de los debates polémicos del pasado… y prolongar el potencial curativo de la medicina sin destruir la vida humana (aplausos).

Juntos, nos hemos dedicado a fortalecer las vías de aprendizaje de Estados Unidos, entre ellas, las escuelas católicas de nuestra nación. La Iglesia Católica se enorgullece de una tradición educadora que data de siglos, y una de las prioridades del Santo Padre ha sido mantener esta tradición en Estados Unidos. Hoy en día, las escuelas católicas de Estados Unidos están al servicio de miles de estudiantes -tanto católicos como no católicos- en algunos de los vecindarios más pobres de nuestra nación. Ayudan a los estudiantes de grupos minoritarios a disminuir la disparidad en el rendimiento. Preparan a niños para vidas de integridad y propósito y éxito. Y sin embargo, estas escuelas están cerrando a una velocidad alarmante: casi 1,200 escuelas católicas han cerrado sus puertas desde el año 2000.

En mi Discurso sobre el Estado de la Nación en enero, propuse un nuevo programa de $300 millones denominado Becas Pell para Niños (Pell Grants for Kids). Y lo hice porque deseo ayudar a niños de bajos ingresos en escuelas públicas de inferior rendimiento para que puedan asistir a la escuela privada o parroquial de su preferencia (aplausos). Me preocupa la pérdida de un importante recurso nacional, que es la disminución de escuelas católicas, particularmente en los barrios urbanos pobres de Estados Unidos. Y con este fin, la próxima semana tendremos la Cumbre de la Casa Blanca sobre Niños de Barrios Pobres Urbanos y Escuelas Basadas en la Fe (White House Summit on Inner-City Children and Faith-Based Schools) (aplausos). Y el propósito de la cumbre es poner en relieve la falta de oportunidades educativas que enfrentan los estudiantes urbanos de bajos ingresos. Y vamos a congregar a educadores y miembros del clero y filántropos y líderes empresariales, todo con el propósito de instar a que el Congreso produzca legislación sensata y soluciones prácticas para salvar estas escuelas… y lo que es más importante aun, para salvar a los niños (aplausos).

Y algunas de las personas que están tratando de salvar las escuelas católicas de Estados Unidos están aquí en este desayuno de oración, y no les puedo agradecer lo suficiente por sus esfuerzos (aplausos).

Juntos, nos hemos esforzado por promover una cultura de tolerancia y paz. Creemos que la religión debe ser una fuente de comprensión y benevolencia… no una fuente de extremismo y violencia. En su visita y durante todo el tiempo que lleva como Santo Padre, el Papa se ha esforzado por fomentar un diálogo entre las diferentes religiones y por sanar las heridas del conflicto religioso. Respaldo firmemente el llamado del Papa a la libertad religiosa alrededor del mundo. Comparto su preocupación por los cristianos en Oriente Medio y su deseo de ver un Líbano pacífico e independiente. Respeto su erudición, que demuestra que la fe y la razón pueden coexistir. Y me uno a él para rezar por un mundo en paz, donde cristianos y musulmanes y judíos, creyentes y no creyentes, puedan vivir juntos. Y les agradezco a todos ustedes aquí que se esfuerzan por hacer realidad esta visión de esperanza (aplausos.)

Juntos, hemos trabajado para llevar consuelo a las almas afligidas. Creemos que donde los corazones están agobiados por la miseria y la enfermedad y la desesperanza, debemos responder con esperanza y amor y fe. Sabemos que [ningún] programa del gobierno puede responder al llamado como pueden hacerlo nuestros ejércitos de la compasión… pero también sabemos que los programas del gobierno pueden y deben apoyar su labor. Y entonces, soy un firme creyente en los esfuerzos comunitarios y basados en la fe para llevar consuelo y esperanza a las personas que viven preocupadas por un futuro incierto.

No sé si
lo saben, pero en el 2006, se otorgaron 3,000 subvenciones federales directas a organizaciones basadas en la fe, entre ellas muchas organizaciones católicas, que ascendieron a más de $2,000 millones (aplausos.) Y el motivo de ello es que las organizaciones católicas proporcionan albergue a los desposeídos con gran amor y eficacia. Asesoran a jóvenes en situaciones precarias. Ayudan a los hijos de reos, a la vez que trabajan incansablemente por ayudar a los reos a ponerse de pie. Estos grupos buscan a los más vulnerables en nuestra sociedad y hacen realidad la promesa de Cristo de que «los últimos serán los primeros».

En el extranjero, las organizaciones católicas son un aspecto vital, un aspecto integral de nuestros esfuerzos por combatir el hambre y las enfermedades desde América Latina hasta el continente africano. En estos lugares, los grupos católicos participan en lo que algunos denominan el «efecto Lázaro», gracias al cual comunidades enteras que alguna vez yacían moribundas vuelven a la vida.

A menudo la gente me pregunta, ¿por qué se concentra tanto en ayudar a los hambrientos y enfermos en regiones extrañas del mundo? Mi respuesta es: Somos una nación suficientemente rica como para cuidar a la gente dentro del país y ayudar a personas en el extranjero; y moralmente, es de interés para nosotros que cuando encontramos gente que sufre hagamos todo lo posible para ayudar a aliviar la carga; es de interés nacional… (aplausos)… y es de interés nacional que venzamos a los ideólogos del odio con una ideología de esperanza.

Durante estos… como Presidente he visto algunas de las grandes maravillas de la compasión que resultan de nuestros ciudadanos católicos. Las he visto aquí en Washington, con las Hermanitas de los Pobres (plausos). Laura y yo tuvimos el honor de conversar con las Hermanitas, y ¿saben?, me asombró lo duro que trabajan solicitando dinero para cuidar a los ancianos y enfermos, para que los ancianos y enfermos no tengan que mendigar.

He visto las maravillas del amor católico en la costa del golfo. Me impresionan los educadores católicos que ante una catástrofe sin precedente trabajaron día y noche para proporcionar escuelas buenas y estables para los niños y ofrecer consuelo a, ya saben, personas que simplemente vivían preocupadas por el incierto mañana.

He visto maravillas en el mar de Galilea durante mi reciente viaje al Oriente Medio. Durante una visita reciente mis guías eran alegres monjas católicas que preservan los lugares santos para toda la humanidad… incluso mientras enfrentan los peligros que afectan a la minoría cristiana de la región.

He visto estas maravillas en África, en una emergencia… en un hospital apoyado por el PEPFAR. En febrero, vi a una niña de 9 años con el VIH, que había perdido a ambos padres debido al SIDA. Y el año pasado, los Servicios Católicos de Ayuda (Catholic Relief Services) habían estado pagando para que la niña recibiera tratamiento en la clínica. Quiero contarles lo que dijo su abuela: «Como musulmana, nunca me imaginé que un grupo católico me ayudara tanto». Además dijo, «Estoy tan agradecida con el pueblo estadounidense». Y yo estoy agradecido con quienes ofrecen amor y compasión en Estados Unidos y en todo el mundo (aplausos).

Éste es un desayuno de oración. Y éste es el lugar perfecto para decir cuánto agradezco las oraciones que la gente eleva por mí y por Laura. No puedo agradecerles lo suficiente a nuestros conciudadanos por darse el tiempo para encomendarnos en sus oraciones. Finalmente comienzo a comprender la historia de las aguas agitadas y en calma… (risas)… y creo que… creo en lo más profundo de mi corazón que se debe a las oraciones de mis conciudadanos.

Y hoy, con confianza en la sabiduría y bondad del Señor, ofrezco mis propias oraciones: por cada uno de los congregados en esta sala, por la seguridad y éxito de la visita del Santo Padre, y por las continuas bendiciones de Dios para nuestro gran país. Gracias (aplausos).

[Traducción distribuida por la Casa Blanca]

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ZENIT Staff

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