Iglesias cristianas del Líbano: «Acoger al inmigrante no es facultativo»

Se reconoce el trabajo realizado por Cáriras

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BEIRUT, viernes, 18 abril 2008 (ZENIT.org).- Se ha celebrado en Beirut, Líbano, los días 15 y 16 de abril una reunión pública de información y debate sobre la migración y el cambiante panorama eclesial, convocada por el Consejo Mundial de las Iglesias (CMI) y el Consejo de Iglesias de Oriente Medio, al término de la cual los participantes emitieron una declaración.

«La migración es un hecho de vida. Es tanto un instinto de supervivencia como una consecuencia inevitable de la globalización. No podemos volverle la espalda, ni controlarla. Los migrantes no son productos comerciales ni extranjeros ilegales ni meras víctimas, son seres humanos», afirma la declaración según informa la página web del CMI. 

En todo el mundo se dan casos de personas que dejan sus países de origen buscando seguridad, libertad o una vida mejor. Esos flujos migratorios constituyen un desafío para las Iglesias, ya que los migrantes aportan sus propias tradiciones y valores a las parroquias locales o crean sus propias comunidades religiosas. Al mismo tiempo, las Iglesias tienen que vivir de acuerdo a su mandato de actuar y hablar en favor de los débiles cuando se persigue a los migrantes y refugiados. Estos fenómenos mundiales y la forma en que se desarrollan en Oriente Medio fueron el objeto de la reunión de información y debate.

«Acoger al extranjero no es algo facultativo para los cristianos. Tampoco es algo sujeto a condiciones», afirmó el secretario general del CMI Samuel Kobia dirigiéndose a la reunión el día 15. Las Iglesias deberían intensificar su hospitalidad en una «era de nuevas formas de migración».

Por eso invitó a la comunidad cristiana a ser «abogada y defensora del derecho de las personas a desplazarse libremente dentro de su propia nación y abandonar su patria y vivir en otros lugares tratando de disfrutar del derecho a una vida con dignidad que le ha dado Dios».

Recordando ante la reunión a los 54 birmanos que murieron la semana anterior asfixiados en un camión que debía pasarlos clandestinamente a Tailandia, el secretario general de la Conferencia Cristiana de Asia, Prawate Kid-arn, pidió una actitud positiva hacia los migrantes.

«La migración es una expresión valiente de la voluntad de las personas de superar la adversidad y vivir una vida mejor», dijo. Para Kid-arn, «la forma más eficaz de evitar el tráfico de personas es proporcionar canales legales para la migración y empleos que cumplan las normas nacionales».

Esta apreciación fue respaldada por Doris Peschke, secretaria general de la Comisión de Iglesias para los Migrantes en Europa, quien calificó de «contradictoria y ambigua» la política de migración y asilo aplicada por la Unión Europea. Peschke citó el ejemplo positivo de la migración interna dentro de la UE que es afrontada «no con leyes sobre extranjeros, sino con programas sociales y de integración», añadiendo que es ésta «la respuesta necesaria también para los nacionales de terceros países». 

Líbano, y Oriente Medio en general, son a la vez lugar de origen y de destino de trabajadores migrantes y refugiados. Representantes de la sociedad civil local hicieron una notable aportación a la reunión y, en la recepción inaugural, dirigentes de las seis comunidades musulmanas y cristianas más numerosas del país presentaron el Líbano como una sociedad religiosamente pluralista y se comprometieron a afrontar juntos el problema de la migración.

«Es preciso detener la emigración de cristianos. Los cristianos deben volver», dijo a la reunión el profesor Ibrahim Shamseddine en una sesión sobre los efectos del proceso de paz en Oriente Medio, o de la falta de dicho proceso, sobre la migración. «Adopto esta actitud no porque soy un moderado, sino porque soy un fundamentalista, ya que defiendo los fundamentos no violentos del Islam».

Estudiantes cristianos libaneses expresaron firmemente su apego a su país en un contexto donde los graduados universitarios se plantean la pregunta ‘Qué hago yo aquí’ Como dijo Nayiri Kalaydijan, estudiante en la Universidad de Haigazian, «la sociedad libanesa más que un crisol es un plato de Tabulé, en el que los diversos ingredientes crean una mezcla suculenta».

La inmigración hacia Líbano, especialmente de trabajadoras domésticas, resultó un tema controvertido. Mientras que un nacional de Sri Lanka participante en la reunión denunció el trato que las autoridades de inmigración dan a los trabajadores asiáticos, un funcionario explicó que la autoridad libanesa de inmigración es la primera de la región en ilegalizar el uso de violencia por parte de los funcionarios contra los extranjeros detenidos.

Ray Jureidini, profesor de estudios sobre migración forzada y refugiados en la Universidad Estadounidense de El Cairo, que había presentado su investigación sobre la cuestión de los trabajadores domésticos migrantes en Líbano, estuvo de acuerdo en que se habían logrado notables progresos en el trato a los migrantes y destacó la influencia positiva de la organización católica Caritas en los centros de detención.

Los temas suscitados en la reunión pública de información y debate se plantearán los días 17 y 18 de abril en una reunión de la Red Ecuménica Mundial sobre Migración (REM), en la que participarán organizaciones ecuménicas regionales, iglesias y organizaciones cristianas dedicadas a este problema en todo el mundo.

Tanto la reunión pública de información y debate como la reunión de la REM han sido organizadas conjuntamente por el CMI y el Consejo de Iglesias de Oriente Medio y son hospedadas por el Catolicosado Armenio de Cilicia en Beirut, Líbano.

La Iglesia católica no forma parte del CMI, pero mantiene relaciones de colaboración.

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ZENIT Staff

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