NUEVA YORK, viernes, 18 abril 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI explicó este viernes que su presencia en las Naciones Unidas quería ser un signo de estima por esta organización llamada a ser un «instrumento al servicio de toda la familia humana».
La visita de tres horas a la sede de esta institución celebró los sesenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su organismo fundacional. De hecho, la visita del pontífice a Estados Unidos ha tenido lugar en primer lugar en respuesta a la invitación con motivo de este aniversario del secretario general, el coreano Ban Ki-moon, presentada el año pasado.
«Pero si usted nos pregunta a quienes trabajamos para las Naciones Unidas cuáles son nuestras motivaciones, muchos responderemos en un lenguaje de fe», reconoció el secretario general al presentar al Papa ante la asamblea general.
Hablando en francés e inglés, el Santo Padre explicó que su presencia en la asamblea «es una muestra de estima por las Naciones Unidas y es considerada como expresión de la esperanza en que la Organización sirva cada vez más como signo de unidad entre los Estados y como instrumento al servicio de toda la familia humana».
Asimismo, añadió, su visita quería expresar «la voluntad de la Iglesia católica de ofrecer su propia aportación a la construcción de relaciones internacionales en un modo en que se permita a cada persona y a cada pueblo percibir que son un elemento capaz de marcar la diferencia».
La Santa Sede tiene el estatuto de observador permanente en la ONU, lo que le da derecho a voz pero no a voto.
«Las Naciones Unidas siguen siendo un lugar privilegiado en el que la Iglesia está comprometida a llevar su propia experiencia «en humanidad», desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional».
«Esta experiencia y actividad, orientadas a obtener la libertad para todo creyente, intentan aumentar también la protección que se ofrece a los derechos de la persona», aseguró.
«Dichos derechos están basados y plasmados en la naturaleza trascendente de la persona, que permite a hombres y mujeres recorrer su camino de fe y su búsqueda de Dios en este mundo. El reconocimiento de esta dimensión debe ser reforzado si queremos fomentar la esperanza de la humanidad en un mundo mejor, y crear condiciones propicias para la paz, el desarrollo, la cooperación y la garantía de los derechos de las generaciones futuras».
Tras dirigirse a los representantes de las naciones de la asamblea general, el Papa pronunció un discurso a los directivos y personal de las Naciones Unidas y concluyó su visita en la «meditation room», la sala de meditación que la sede pone a disposición de quienes trabajan en el palacio de cristal.
Imágenes de la visita en http://www.h2onews.org