CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 21 abril 2008 (ZENIT.org).- Al regresar en avión de los Estados Unidos, Benedicto XVI ha enviado estos telegramas a los jefes de Estado de los países que ha atravesado: Estados Unidos, Canadá, Irlanda, Francia e Italia.
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S. E. George W. Bush, presidente de los Estados Unidos de América – Washington
Al concluir mi visita a los Estados Unidos y a la Organización de las Naciones Unidas le doy profundamente las gracias a usted y a sus compatriotas por la cortés acogida y por la diligente asistencia durante mi permanencia y le renuevo mis oraciones para que Dios omnipotente guíe siempre a vuestra nación por el camino de la prosperidad y de la paz. Invoco sobre todo el pueblo estadounidense de corazón la abundancia de las bendiciones divinas.
Benedictus pp. xvi
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Su Excelencia Michaëlle Jean, gobernadora general de Canadá – Ottawa
Atravesando en avión Canadá al regresar a Roma tras mi visita a los Estados Unidos y la Organización de las Naciones Unidas, le saludo y pido al Señor que le apoye a usted y a sus compatriotas en el camino de la libertad, de la justicia y de la paz.
Benedictus pp. xvi
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Su Excelencia Mary McAleese, presidenta de Irlanda
Al entrar en el espacio aéreo irlandés de regreso a Roma, tras mi visita a los Estados Unidos y a la Organización de las Naciones Unidas, renuevo mis saludos a usted, excelencia, e invoco de corazón sobre el amado pueblo irlandés las abundantes bendiciones de Dios.
Benedictus pp. xvi
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Su Excelencia Nicolas Sarkozy, presidente de la República Francesa – París
En el momento en el que sobrevuelo el territorio de Francia al final de mi viaje a los Estados Unidos y la asamblea de la ONU le aseguro a Su Excelencia mis mejores deseos para su persona y para todo el pueblo francés. De todo corazón invoco para Su Excelencia y para los habitantes del país la abundancia de las bendiciones del Altísimo.
Benedictus pp. xvi
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S. E. Giorgio Napolitano, presidente de la República Italiana – Roma
Al regresar del viaje apostólico a los Estados Unidos, donde he tenido la alegría de encontrar a las poblaciones locales llenas de fervor espiritual y con los representantes de las Naciones Unidas, le expreso, señor presidente, mi mejores deseos y le aseguro una oración especial por el bien y la prosperidad de toda la nación italiana, sobre la que invoco las bendiciones celestes.
Benedictus pp. xvi
[Traducción del inglés, francés e del italiano por Jesús Colina]