SANTIAGO DE CHILE, martes, 22 abril 2008 (ZENIT.org).- Monseñor Alejandro Goic, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, alertó sobre el imperialismo de las grandes trasnacionales que financian el combate a la natalidad.
El Presidente de los obispos chilenos invitó a reflexionar sobre los poderosos intereses económicos que se mueven en torno a la llamada «píldora del día después» y de otros dispositivos de anticoncepción, informa la página web de la Conferencia Episcopal de Chile.
En entrevistas concedidas ayer 21 de abril a tres radioemisoras de la capital, el obispo de Rancagua sostuvo que se trata de un «imperialismo económico de las grandes trasnacionales, que aportan cantidades millonarias de dólares y euros a diversas ONGs del mundo, y también en Chile, para promover todas las formas posibles de regulación de la natalidad. Mientras más logran estas ONGs introducir estos métodos, más dinero reciben después y así logran que en el tercer mundo la población disminuya. Llama la atención que nadie diga una palabra sobre esto».
Ante consultas sobre la posibilidad de que el Ministerio de Salud y los municipios busquen mecanismos «alternativos» de distribución de la píldora, tras el fallo del Tribunal Constitucional que prohíbe su distribución, monseñor Goic consideró inadecuado que este producto sea comercializado o distribuido mientras la comunidad científica no se ponga realmente de acuerdo y diga fehacientemente que no tiene carácter abortivo.
«Es muy complicado cuando en un país se empiezan a desconocer las decisiones de instituciones legítimas. Preocupa profundamente que se esté incitando a desobedecer un fallo o que se busquen resquicios legales para no acatarlo», sostuvo el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile.
Consultado sobre una movilización de mujeres que se autodenominan católicas y que han anunciado que solicitarán la «excomunión» de la Iglesia, invitó a estas activistas a sincerar su real identidad de católicas, «porque si hay un valor esencial en los católicos es la defensa de la vida desde su concepción hasta su muerte natural», sostuvo.
«El problema de fondo es qué tipo de sociedad queremos –concluyó Mons. Goic–. La Iglesia invita a poner a la persona humana y su dignidad en el centro de nuestra convivencia, y ello debiera traducirse en una mayor confianza en los jóvenes y en oportunidades para la vida».