CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 24 abril 2008 (ZENIT.org).- Intensificar la colaboración ecuménica e interreligiosa y trabajar, más allá de las diversidades, en la construcción de una sociedad de justicia y de paz: es la exhortación del Papa a los obispos del Cáucaso meridional.
La quinquenal visita «ad limina Apsotolorum» de los prelados ha dado oportunidad a Benedicto XVI de constatar la situación de esta región que, «tras la caída de la Unión Soviética», está conociendo «significativos cambios sociales en el camino del progreso», pero donde también persisten situaciones difíciles.
«Son muchos los pobres, los desocupados y los refugiados a los que las guerras han alejado de sus hogares» dejándoles en precariedad, lamentó el Santo Padre en su discurso, este jueves, a los obispos del Cáucaso.
«No pocos mártires de la fe» tiene la Iglesia en esta región, donde las convulsiones del pasado siglo sin embargo «no han apagado la llama del Evangelio», subrayó.
Varias indicaciones da el Papa a los pastores de la pequeña comunicad católica caucásica -de rito armenio, latino y caldeo–, que convive con ortodoxos, armenio-apostólicos, judíos y musulmanes.
«En tal contexto multi-religioso es importante que los católicos prosigan e intensifiquen cada vez más su colaboración con las otras Iglesias y también con los seguidores de otras religiones como ya sucede en muchas partes», exhorta Benedicto XVI.
Y anima a los prelados a que construyan en la región, «más allá de las diversidades, una sociedad donde reine la justicia y la paz».
Especialmente alude al diálogo en curso entre católicos y ortodoxos, declarando el deseo de que «crezca esa fraternidad que debe caracterizar las relaciones entre Iglesias respetuosas la una de la otra, a pesar de las diferencias aún existentes».
Apoya el Papa igualmente la aspiración de las comunidades católicas de la región «para que se les reconozca la personalidad jurídica en el respeto de la naturaleza propia de la Iglesia católica».
Y encomienda a los obispos en especial la promoción de las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada, así como el cuidado de las familias.
«Es necesario que en Armenia, en Azerbaiyán y en Georgia las futuras generaciones puedan contar con un clero que sea santo, que viva con alegría su vocación y que se dedique con generosidad a la atención de todos los fieles», advierte.
«Sostened a las familias» –les pide el Papa–, «que actualmente, a causa de la mentalidad inculcada en la sociedad y heredada del período comunista, encuentran no pocas dificultades y están marcadas por las heridas y los atentados contra la vida humana que desgraciadamente se registran en muchas otras partes del mundo».
Como «primeros responsables de la pastoral familiar», Benedicto XVI recuerda a los prelados la solicitud que les corresponde en la formación de los cónyuges cristianos, para que estos puedan «testimoniar el inestimable valor de la indisolubilidad y de la fidelidad matrimonial».
Igualmente les asegura su apoyo en su «fatigosa misión» episcopal.
«Sé cuánto celo arde en vuestro corazón y cuánto esfuerzo realizáis para difundir el Evangelio de la esperanza. Me impresiona en particular la atención que, con diferentes actividades caritativas, brindáis a las necesidades de los pobres y de las personas en dificultad, gracias a la preciosa ayuda de religiosos, religiosas y laicos», admite.
«Y me agrada subrayar que tales actividades se desarrollan con espíritu evangélico –constata–, con la conciencia de que la caridad no es para la Iglesia una especie de actividad de asistencia social», sino que «pertenece a su naturaleza» y «es expresión irrenunciable de su propia esencia».
Por Marta Lago