CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 abril 2008 (ZENIT.org).- Al ordenar este domingo a 29 sacerdotes, Benedicto XVI les envió como sembradores de la «alegría del Evangelio» en un mundo «con frecuencia triste y negativo».
Se trata de diáconos que han estudiado en seminarios de Roma: uno es de Irak y uno, respectivamente, de Colombia, Chile, Paraguay, Francia, Haití e India. Los demás son de varias partes de Italia.
Todos han estudiado en seminarios de Roma, en particular 9 en el «Redemptoris Mater» y dos son de la asociación de los Hijos de la Cruz.
El Papa les explicó en la homilía que en ese día comenzaba para ellos una nueva misión: al ser ministros del Evangelio tienen que «anunciar y testimoniar la alegría».
«¿Que puede ser más hermoso que esto?», se preguntó. «¿Qué puede ser más grande, más entusiasmante que cooperar en la difusión en el mundo de la Palabra de vida, comunicar el agua viva del Espíritu Santo?».
Los sacerdotes están llamados a llevar el Evangelio a todos «para que todos experimenten la alegría de Cristo y llegue la ciudad a toda ciudad». Están llamados a ser «mensajeros de esta alegría», a multiplicarla y a transmitirla especialmente a los que están tristes y decepcionados.
«Para ser colaboradores de la alegría de los demás, en un mundo con frecuencia triste y negativo, es necesario que el fuego del Evangelio arda dentro de vosotros, que en vosotros viva la alegría del Señor», les explicó.
Después de la celebración eucarística, al rezar a mediodía la oración mariana del «Regina Caeli» volvió a afrontar este mismo argumento junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro.
«Donde Cristo es predicado con la fuerza del Espíritu Santo y es acogido con espíritu abierto, la sociedad, a pesar de que tenga muchos problemas, se convierte en «ciudad de la alegría»», afirmó, retomando el título del famoso libro de Dominique Lapierre sobre a la obra de la Madre Teresa de Calcuta».