ROMA, 28, abril 2008 (ZENIT.org).- Las controversias mediáticas pueden convertirse en ocasiones de auténtico diálogo y amistad, ha afirmado este lunes el profesor Marc Carroggio, al inaugurar el sexto seminario profesional para las oficinas de comunicación de la Iglesia.
El seminario, que tiene por título «Comunicación de la Iglesia y cultura de la controversia» («Church Communication & The Culture Of Controversy»), se celebra hasta el próximo miércoles en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, en Roma.
«Se puede decir que «al periodismo le gustan los conflictos», le gustan las controversias. Sin una cierta dosis de conflicto no puede haber «talk show» o debate político capaz de resistir a los horarios de máxima audiencia televisiva», ha reconocido Carroggio ante los casi trescientos participantes en el congreso, procedentes de todo el mundo.
«Es necesario ver cómo se puede sacar un beneficio incluso de estas situaciones aparentemente negativas», ha añadido el profesor de la Facultad de Comunicación Institucional de la Iglesia en la universidad organizadora.
Las controversias, recuerda Carroggio, «generan confusión, tensión en las relaciones y rechazo de las propuestas de los interlocutores». Por este motivo, ha considerado importante distinguir entre crisis y controversias.
«Las crisis y las controversias tienen analogías: comparten un carácter negativo común y son públicas: se expresan a través de los medios de comunicación, llegan a un gran número de personas que no son especialistas en el tema discutido».
Mientras las crisis «proceden de hechos de una cierta envergadura, que pueden implicar la pérdida de control –una catástrofe natural, un accidente, un caso de corrupción, una bancarrota–», «en las controversias se diverge sobre ideas, valores, propuestas».
En las controversias «se discute sobre lo que está bien y lo que está mal: eutanasia, experimentos con animales, políticas familiares, legislaciones en materia de bioética. En las controversias entran en conflicto cuestiones de principio, diferentes visiones del mundo», aclara el profesor.
«La crisis llega de manera rápida e inesperada. La controversia, por el contrario, en cierto sentido es previsible».
La crisis exige una acción inmediata y a breve plazo, que limite los daños potencialmente desastrosos; «la controversia permite un mayor control y exige una acción comunicativa de base y a largo plazo».
El relator revivió la experiencia de Benedicto XVI, quien «sin querer se ha visto sumergido en controversias locales» cuando era teólogo, y en controversias globales, como cardenal y Papa.
«En esos momentos de controversia mediática nunca ha perdido la serenidad en la paz que le caracteriza. Ha permanecido fiel a su método: diálogo con la inteligencia, planteamiento positivo en su propuesta, claridad cristalina en sus mensajes, máxima amabilidad en sus actitudes».
«El Papa hace lo que debería hacer toda oficina de comunicación: tratar de transformar las controversias mediáticas en un esfuerzo mayéutico, de diálogo y de amistad».
«En toda controversia se ha ganado amigos. Cada vez hay más intelectuales no cristianos que le escuchan con interés», ha constatado.
Las controversias en torno al Papa son signos evidentes de su relevancia y de la eficacia de su comunicación.
El caso de Benedicto XVI, según Carroggio, es un ejemplo claro: las controversias pertinentes, si se manejan bien, no son más que la otra cara de la relevancia.
El seminario está explorando, en este sentido, casos comunicativos, como el que acompaña a la lucha contra el sida promovida por la Comunidad de San Egidio y el desarrollo de www.spqn.com, la red católica de podcast más premiada por los «People’s Choice Podcast Award».
El congreso reúne a profesionales de la comunicación a directores y responsables de oficinas de información de diócesis y de conferencias episcopales de más de 60 naciones.
Más información sobre el seminario en: http://www.pusc.it/csi/conv/conv08/index.html
Por Miriam Díez i Bosch