NUEVA YORK, domingo, 20 abril 2008 (ZENIT.org).-  Benedicto XVI explicó este sábado a los jóvenes estadounidenses que la libertad debe basarse en la verdad para no repetir experiencias como las que arruinaron su juventud bajo el nazismo.

Los muchachos, reunidos en el campo de deportes del seminario San José de Nueva York, felicitaron al Papa por su cumpleaños, celebrado dos días antes, cantando el tradicional «Cumpleaños feliz» en el idioma materno de Joseph Ratzinger.

«Gracias por este detalle conmovedor; a todos les doy un sobresaliente por la pronunciación del alemán», les respondió el Papa.

El pontífice comenzó recordando sus años de juventud, que como reconoció, «fueron arruinados por un régimen funesto que pensaba tener todas las respuestas; su influjo creció -filtrándose en las escuelas y los organismos civiles, así como en la política e incluso en la religión- antes de que pudiera percibirse claramente que era un monstruo».

«Declaró proscrito a Dios, y así se hizo ciego a todo lo bueno y verdadero --siguió diciendo en su discurso pronunciado en inglés y español--. Muchos de los padres y abuelos de ustedes les habrán contado el horror de la destrucción que siguió después. Algunos de ellos, de hecho, vinieron a América precisamente para escapar de este terror».

El obispo de Roma dio gracias a Dios, porque hoy muchos «pueden gozar de las libertades que surgieron gracias a la expansión de la democracia y del respeto de los derechos humanos».

«Demos gracias a Dios por todos los que lucharon para asegurar que puedan crecer en un ambiente que cultiva lo bello, bueno y verdadero: sus padres y abuelos, sus profesores y sacerdotes, las autoridades civiles que buscan lo que es recto y justo».

«Sin embargo, el poder destructivo permanece. Decir lo contrario sería engañarse a sí mismos. Pero éste jamás triunfará; ha sido derrotado. Ésta es la esencia de la esperanza que nos distingue como cristianos».

El Papa preguntó a los jóvenes: «¿Han notado ustedes que, con frecuencia, se reivindica la libertad sin hacer jamás referencia a la verdad de la persona humana?».

«Hay quien afirma hoy que el respeto a la libertad del individuo hace que sea erróneo buscar la verdad, incluida la verdad sobre lo que es el bien. En algunos ambientes, hablar de la verdad se considera como una fuente de discusiones o de divisiones y, por tanto, es mejor relegar este tema al ámbito privado».

«En lugar de la verdad --o mejor, de su ausencia-- se ha difundido la idea de que, dando un valor indiscriminado a todo, se asegura la libertad y se libera la conciencia».

«A esto llamamos relativismo», aclaró, afrontando uno de los temas centrales de su pontificado.

Pero, «¿qué objeto tiene una "libertad" que, ignorando la verdad, persigue lo que es falso o injusto? ¿A cuántos jóvenes se les ha tendido una mano que, en nombre de la libertad o de una experiencia, los ha llevado al consumo habitual de estupefacientes, a la confusión moral o intelectual, a la violencia, a la pérdida del respeto por sí mismos, a la desesperación incluso y, de este modo, trágicamente, al suicidio?», se preguntó.

«La verdad no es una imposición --dijo por último--. Tampoco es un mero conjunto de reglas. Es el descubrimiento de Alguien que jamás nos traiciona; de Alguien del que siempre podemos fiarnos. Buscando la verdad llegamos a vivir basados en la fe porque, en definitiva, la verdad es una persona: Jesucristo».

«Ésta es la razón por la que la auténtica libertad no es optar por "desentenderse de". Es decidir "comprometerse con"; nada menos que salir de sí mismos y ser incorporados en el "ser para los otros" de Cristo», afirmó.

Al final, hablando en español, el Papa invitó a los presentes a participar en la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Sydney (Australia), del 15 al 20 de julio.