ASÍS, martes 1 de julio de 2008 (ZENIT.org).-En Europa existen nuevas pobrezas: el miedo al futuro y la incertidumbre del presente. Frente a estas emergencias, las organizaciones caritativas deben canalizar sus recursos, sin perder de vista su específica identidad cristiana.
El diario vaticano «L’Osservatore Romano» informaba el 26 de junio sobre XXXII Congreso nacional de la Caritas italiana que se está celebrando en Asís, Italia. De los trabajos emerge el fuerte compromiso de la organización de afrontar las diversas cuestiones clave que tocan, en especial a Italia, pero que en toda Europa son problemas todavía relevantes: de la lucha a la pobreza a la inmigración, a las nuevas formas de marginación y exclusión.
Seiscientos delegados en representación de 220 Caritas diocesanas están reunidos en la basílica de Santa María de los Ángeles desde el lunes 23 de junio para dialogar y detectar nuevas formas de intervención social.
El obispo de Lodi, Giuseppe Merisi, presidente de Caritas Italia, inauguró el congreso que concluirá el 26 de junio con una mesa redonda sobre el tema «La espiritualidad de las obras».
El prelado subrayó que «la fuerte reproposición de los valores y la búsqueda del bien común a partir de los últimos involucran a las políticas nacionales, europeas e internacionales de modo cada vez más unitario e integrado».
Y especificó: «Esto presenta el problema de una política cada vez más participativa. Con la conciencia de que la sociedad civil y la Iglesia, con aquellos que dan a voz a quien no tiene voz a nivel local, actúan cada vez más en red, en la obvia distinción de responsabilidad y competencias, pero con un empeño común de reflexión y de proyectación del futuro».
En especial, el obispo habló de «una responsabilidad grave que debe ser asumida por las comunidades cristianas en el plano de la acción pastoral», para «acoger la fragilidad de la gente, que está viviendo un tiempo de transformaciones a menudo repentinas y no siempre positivas de la propia vida personal y social y que está afrontando una fase económica que presenta graves interrogantes respecto al propio futuro».
Es un malestar no sólo material sino psicológico del que no se libran ni siquiera quienes tienen medios suficientes para vivir y así tambien la palabra pobreza adquiere un significado diverso.
El presidente de Caritas Italia explicó que en Europa «hay una pobreza más amplia, podríamos llamarla antropológica o espiritual, aunque también social: esta impide también a quien tiene medios encontrar un sentido a la propia existencia, pensar positivamente en el propio futuro; genera malestar físico y psíquico, lleva a la soledad, al abandono. Se trata de una «pobreza de futuro», que nos une a todos y desafía y nos compromete a una prueba de responsabilidad». Responsabilidad, concluyó, «que o es asumida en común en el horizonte europeo o no puede ser seriamente combatida».
En la apertura del congreso intervino el cardenal Attilio Nicora, presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, que habló del uso de los bienes y de los medios pobres en la Iglesia recordando «prestar atención a mantener limpia la identidad cristiana de las obras de caridad».
El tema del «bien común» fue afrontado el 24 de junio por el director del Centro de Investigación y servicios de los derechos de la persona y de los pueblos de la Universidad de Padua, Antonio Papisca. El profesor subrayó que «en un mundo cada vez más interdependiente y globalizado en positivo y negativo, la concreta persecución del bien común tiene el desafío de superar la doble barrera constituida por el revival de la geopolítica y el interés nacional y por el mito del mercado ‘cueste lo que cueste'».
Giancarlo Perego, responsable del centro de documentación de Caritas-Migrantes, por último, recordó el crecimiento exponencial del voluntariado en Italia, con más de 35.000 asociaciones y grupos en actividad.
Traducido del italiano por Nieves San Martín
