SYDNEY, jueves, 17 julio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pidió que ningún joven se sienta fuera de la Iglesia en la fiesta de bienvenida de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebró en la tarde de este jueves en el embarcadero de Barangaroo.

Benedicto XVI llegó a la Bahía de Sydney a bordo del barco de crucero "Sydney 2000", de la línea "Captain Cook", escoltado por 13 barcos. La seguridad quedó garantizada por helicópteros y policías en motos de agua y lanchas rápidas.

Tras 45 minutos de travesía, fue acogido por unos 500 mil peregrinos, jóvenes de todo el mundo y australianos de diferentes edades, que aclamaban en todos los idiomas.

Se había embarcado en Rose Bay, en el Este de Sydney, donde fue acogido por representantes aborígenes. Poco después, en su discurso, alabó el esfuerzo de Australia por reparar las históricas injusticias cometidas contra estas poblaciones. La sonrisa del Papa durante la navegación podía verse en grandes pantallas distribuidas por la ciudad.

Tras desembarcar, el Papa dirigió un discurso desde el embarcadero en el que constató ante los jóvenes que "la variedad de Naciones y culturas de las que provenís demuestra que verdaderamente la Buena Nueva de Cristo es para todos y cada uno; ella ha llegado a los confines de la tierra".

Sin embargo, añadió, "también sé que muchos de vosotros estáis aún en busca de una patria espiritual. Algunos, siempre bienvenidos entre nosotros, no sois católicos ni cristianos. Otros, tal vez, os movéis en los aledaños de la vida de la parroquia y de la Iglesia".

El Papa lanzó un llamamiento: "acercaos al abrazo amoroso de Cristo; reconoced a la Iglesia como vuestra casa. Nadie está obligado a quedarse fuera, puesto que desde el día de Pentecostés la Iglesia es una y universal".

El obispo de Roma dirigió un particular saludo a todos los que no han podido venir a Sydney, "especialmente los enfermos o los minusválidos psíquicos, los jóvenes en prisión, los que están marginados por nuestra sociedad y a los que por cualquier razón se sienten ajenos a la Iglesia".

A todos les dijo, "Jesús está cerca de ti. Siente su abrazo que cura, su compasión, su misericordia".

Uno de los jóvenes presentes, Michael Dooley, católico de 28 años, de Queensland (Australia) explicó que tras este encuentro con el Papa se siente llamado a una nueva misión.

 

"Estoy seguro de que cada uno de los que estábamos presentes al escuchar su discurso hemos quedado tocados, como si se tratara del mismo vicario de Cristo".

Finalizado el encuentro, el Papa se trasladó a la casa de la catedral en papamóvil, su residencia en estos días, pasando ante la estupenda Opera House, mientras banderas de todos los países eran agitadas por los chicos y chicas.

Un grupo de Colonia, la ciudad en la que se celebraron las Jornadas Mundiales de la Juventud de agosto de 2005, explicó que en esta ocasión el ambiente es "más personal", pues la multitud es menos numerosa y la ciudad más grande.

"Es reconfortante tener entre nosotros al Santo Padre", explicó Tani Watson, un estadounidense de 17 años. "Es como tener al gran padre que nos unifica con su presencia, nos muestra a los jóvenes que tenemos un valor que es muy grande".

Con informacioń de Anthony Barich y Catherine Smibert