SYDNEY, viernes, 18 julio 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI mantuvo este viernes un encuentro con jóvenes que participan en una comunidad de recuperación y les envió como "embajadores de esperanza" para otros jóvenes en situaciones difíciles.

El Papa compartió en la iglesia de la Universidad Notre Dame de Sydney, unos momentos con este grupo de chicos y chicas que a pesar de sus jóvenes vidas ya han atravesado duras experiencias.

Escuchó dos testimonios de ellos: vidas marcadas por el alcohol, la droga, o por la tentación del suicidio.

Samantha Gerdes, de origen filipino, descubrió tras la muerte de sus padres que había sido adoptada. Al regresar a su familia biológica, sufrió abusos de sus hermanos y malos tratos de su madre. Llegada a Australia, en plena soledad, sintió la tentación del suicidio, de la que ha salido viva gracias al encuentro con la Iglesia y la entrada en la comunidad.

Como ella revelaría después a los periodistas, el Papa le dirigió unas palabras personales para alentarle en su nuevo camino y sentirse orgullosa de lo que está haciendo.

El otro joven que tomó la palabra fue Andrew Holmes, quien ha dejado atrás una vida arruinada por el alcohol y la droga. "Pero hoy todo ha cambiado", afirmó al contar su breve biografía.

Los muchachos forman parte del programa de rehabilitación "Alive" (Vivo), gestionado por la Agencia de Servicios Sociales de la archidiócesis de Sydney.

El Papa quería con este encuentro mostrar que las Jornadas Mundiales de la Juventud son también para muchachos en dificultad y escogió como momento más adecuado la tarde del viernes, día en el que los peregrinos recordaron con el Vía Crucis, la memoria de la pasión y la muerte de Jesús.

En sus palabras a los muchachos, el Santo Padre constató que seguramente hoy se arrepienten de haber tomado elecciones que, aunque en el pasado se presentaban como muy atractivas, "os han llevado a un estado más profundo de miseria y de abandono".

"El abuso de las drogas o del alcohol, participar en actividades criminales o nocivas para vosotros mismos, podrían aparecer entonces como la vía de escape a una situación de dificultad o confusión", reconoció.

"Ahora sabéis que en vez de dar la vida, han traído la muerte". Por eso, sus palabras se convirtieron en un reconocimiento del "coraje que habéis demostrado decidiendo volver al camino de la vida, precisamente como el joven de la parábola".

"Habéis aceptado la ayuda de los amigos o de los familiares, del personal del programa Alive, de aquellos que tanto se preocupan por vuestro bienestar y felicidad".

Por eso aseguró que "os veo como embajadores de esperanza para otros que se encuentran en una situación similar".

"Al hablar desde vuestra experiencia podéis convencerlos de la necesidad de elegir el camino de la vida y rechazar el camino de la muerte", afirmó, presentándoles el seguimiento de Jesús como opción de vida.

"Jesús os recibe con los brazos abiertos --subrayó--. Os ofrece su amor incondicional: la plenitud de la vida se encuentra precisamente en la profunda amistad con él".

Este camino, según el Papa, es un "programa grabado en el interior de cada persona". Implica estar dispuestos "a renunciar a nuestras preferencias para ponernos al servicio de los demás, y a dar la vida por el bien de los demás, y en primer lugar por Jesús, que nos amó y dio su vida por nosotros".

"Esto es lo que los hombres están llamados a hacer, y lo que quiere decir realmente estar 'vivo'".

El obispo de Roma concluyó sintetizando su mensaje con las palabras que miles de años antes pronunció el profeta Moisés: "elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor tu Dios".