WASHINGTON, lunes, 28 julio 2008 (ZENIT.org).- Según la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos desde 1960, el número de fieles de esta religión en Estados Unidos se ha incrementado en más de un 70 por ciento. El fenómeno migratorio de los hispanos es uno de los factores que más influye en ese crecimiento.
La mayoría llegan buscando mejores condiciones por falta de oportunidades de trabajo en sus países, también en búsqueda de su familia cuando algunos de sus miembros emigran hacia el norte.
De los más de 35 millones de hispanos residentes en Estados Unidos, cerca del 73 por ciento son católicos. Muchos de ellos llegan a un país con costumbres sumamente diferentes y buscan, por tanto, algo que los identifique.
Algunos, en esta nueva etapa, descubren, como dice San Pablo que ni la angustia ni la tribulación podrá separarlos del amor de Cristo (Romanos 8, 31): «La fe en Jesús ha hecho que los pueblos puedan enriquecer tanto su cultura como su humanismo.», comenta a Zenit el puertorriqueño Daniel Cádiz quien trabaja en la diócesis de Dalton, Georgia en la pastoral hispana.
Por ello, cada vez más parroquias estadounidenses se unen a la celebración de misas y actividades pastorales en español.
«Hace diez años comenzamos un pequeño grupo de voluntarias ayudando a los inmigrantes adaptarse a la nueva cultura. Esto nos llevó a varios grupos que podemos clasificar en ministerio de oración, que incluye los enfermos y los difuntos», comenta la colombiana Estela Rendón, de la parroquia Saint Joseph en la diócesis de Brigdeport del estado de Connecticut.
Una iglesia que acoge
En 1972 los obispos de este país decidieron realizar el primer encuentro hispano de pastoral para comenzar con la reflexión sobre cómo la Iglesia debía acoger el tesoro de la fe que traen los fieles de sus países. Esto dio abundantes frutos en la pastoral con los hispanos: una mayor participación de los miembros de esta comunidad en la vida y misión de la Iglesia, ya que muchos de ellos hacen parte de posiciones de liderazgo y toma de decisiones.
La reflexión ha ido madurando. Juan Pablo II en la exhortación apostólica post sinodal Ecclesia in América invitó a los sacerdotes y religiosos residentes en Estados Unidos que se esfuercen por «desarrollar una verdadera atención pastoral entre dichos inmigrados, para favorecer su asentamiento en el territorio y para suscitar, al mismo tiempo, una actitud de acogida por parte de las poblaciones locales, convencida de que la mutua apertura será un enriquecimiento para todos» (n. 65).
Los obispos de las diócesis fronterizas con México han llevado al debate nacional el tema de la inmigración, subrayando elementos importantes de la enseñanza social de la Iglesia como la unidad familiar y la situación de trabajo «sobre todo en los últimos años que hay más recelo y desconfianza y por ello más seguridad en las fronteras. Esto obedece al incremento del terrorismo pero también es una resistencia a los cambios sociales», asegura el padre Amando Trujillo-Cano, quien ha trabajado en varias diócesis del estado de Texas.
La fe de los hispanos se convierte así en un tesoro que a la vez se comparte con muchos estadounidenses: «En mi parroquia por ejemplo, los anglos han sabido apreciar las buenas costumbres que los hispanos tenemos. Contamos con una misa bilingüe. En distintas actividades de la parroquia trabajamos juntos», agrega Daniel Cádiz.
Así se hacen concretas las palabras del Papa Benedicto XVI cuando en su viaje a Estados Unidos, aseguró que la Iglesia en este país: «acogiendo en su seno a tantos de sus hijos emigrantes, ha ido creciendo gracias también a la vitalidad del testimonio de fe de los fieles de lengua española».
«Sólo si están unidos a Cristo y entre ustedes -añadía el Papa en su homilía hablando en español en su homilía pronunciada en el «Nationals Stadium» de Washington, su testimonio evangelizador será creíble y florecerá en copiosos frutos de paz y reconciliación en medio de un mundo muchas veces marcado por divisiones y enfrentamientos» (Cf. Zenit, 17 de abril de 2008).
Por Carmen Elena Villa Betancourt