CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 30 julio 2008 (ZENIT.org).- La tecnología han permitido que Benedicto XVI, desde el Tirol italiano, y las monjas de clausura que viven en el Vaticano, pudieran unirse en la noche de este martes en un Rosario celebrado en los jardines vaticanos.
El Papa envió un telegrama para alentar a los presentes, en buena parte trabajadores en el Vaticano: «servid a Jesús en los hermanos, por medio de un compromiso generoso».
Las monjas que viven en el Monasterio «Mater Ecclesiae» dirigieron por radio el último misterio del Rosario y la abadesa, la madre Maria Sofia Cicchetti, pronunció un mensaje «desde nuestro silencio y desde nuestra soledad claustral».
El rezo del Santo Rosario en los jardines vaticanos con motivo de la memoria litúrgica di santa Marta es una iniciativa surgida en 1995 para reflexionar y rezar sobre la relación de las dos hermanas, Marta (más contemplativa) y María (más activa), con Jesús, como la presentan los Evangelios.
Por este motivo, tiene lugar la intervención totalmente excepcional de las contemplativas en el Vaticano, una comunidad que fue creada por Juan Pablo II en 1994.
En el monastario viven ocho religiosas de una orden que rota cada cinco años. Desde 2004, vive en él una comunidad de benedictinas. Algunas de ellas conocen muy bien a Benedicto XVI, pues el cardenal Joseph Ratzinger las visitaba desde 1985 en momentos de retiro espiritual en el monastario de Rosano (en Toscana, Italia), en el que vivían antes de llegar al Vaticano.
Los participantes en el Rosario, organizado por la Asociación de los Santos Pedro y Pablo y por la Gendarmería Vaticana, conformaron una procesión de las antorchas, meditando en los misterios dolorosos, ante las imágenes dedicadas a la Virgen de Czestochowa, de Guadalupe, de Fátima, de Lourdes, de la Guardia, y de la Misericordia.
«Desde nuestro silencio y desde nuestra soledad claustral, transmitimos a todos y a cada uno una palabra de fe, de esperanza y de amor cristiano, y pedimos a la Virgen María, que es la Virgen del silencio, de la escucha y del servicio que nos haga cada vez más conformes a su hijo Jesús y de esta manera, también nosotros, las ‘martas’ y las ‘marías’, seremos artífices de amor, de paz y de unidad allí donde el Señor nos pone para servir a la Iglesia y a los hermanos», dijo la superiora del monasterio de clausura.
«De este modo podremos ser instrumentos de paz también para el mundo, tan sediento de paz y de unidad», añadió la madre Maria Sofia Cicchetti, según la transcripción de «Radio Vaticano».
Presidió la celebración el cardenal Angelo Comastri, vicario general del Papa para el Vaticano, quien exhortó a los fieles a creer en la potencia de la oración.
«Muchas veces no estamos convencidos de la importancia de la oración y por eso la descuidamos fácilmente, y sobre todo la vivimos con poca profundidad. Tenemos que creer que con la oración podemos hacer que vuelvan al Señor muchas personas», dijo el purpurado.