CIUDAD DEL VATICANO, martes, 3 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido que los gobiernos que permitan a los padres escoger el tipo de escuela en la que quieren educar a sus hijos.
Así lo manifestó este lunes en su discurso al nuevo embajador de Hungría ante la Santa Sede, János Balassa, durante la ceremonia de presentación de la cartas credenciales.
En particular, pidió al gobierno de ese país que «permita a los padres ejercer su derecho fundamental como primeros educadores de sus hijos, lo que incluye la opción de enviar a sus niños a escuelas religiosas si así lo desean».
El obispo de Roma recordó su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz del pasado año, en el que resaltó «la primordial importancia de la familia para construir comunidades pacíficas a todos los niveles».
«En gran parte de la moderna Europa –afirmó– el papel cohesionador vital que la familia debe jugar en los asuntos humanos ha sido cuestionado o incluso peligra como resultado de equivocadas formas de pensamiento, que a veces encuentran su expresión en políticas agresivas de tipo social y político».
En el caso concreto de Hungría, el Santo Padre alertó sobre el riesgo de que la «experiencia de la recién conquistada libertad», tras décadas de comunismo, provoque «la suplantación de los valores humanos y cristianos», por otros » basados en visiones poco sólidas del hombre y su dignidad, y dañosas para el desarrollo de una sociedad realmente próspera».
«Espero seriamente de que se encuentre modos de salvaguardar este elemento esencial de nuestra sociedad, que es el corazón de toda cultura y nación», explicó el Papa, aclarando que «uno de los modos específicos con que un gobierno puede ayudar a la familia» es defendiendo su derecho a elegir la educación de sus hijos.
Por otro lado, el pontífice aludió a los veinte años de democracia de Hungría, y aseguró que este país «ha hecho grandes procesos para establecer las estructuras de una sociedad libre y democrática, capaz y deseosa de jugar su papel en una comunidad mundial cada vez más globalizada».
En este sentido, pidió al país magiar que no olvide «su fuerte herencia cristiana, que se remonta a hace mil años», y que ayude a promover «estos ideales humanos en la comunidad europea y en la más amplia comunidad mundial».
Por otro lado, recordó la importancia que la Iglesia católica ha tenido en la historia reciente de Hungría, y especialmente durante la dictadura comunista.
«Tras décadas de opresión, apoyada por el heroico testimonio de muchos cristianos, ha emergido para ocupar su lugar en una sociedad cambiada, capaz una vez más de proclamar el Evangelio libremente», afirmó.
El Papa recordó que la Iglesia «no busca privilegios para sí misma, sino su oportunidad de jugar su parte en la vida de la nación, fiel a su naturaleza y a su misión».
Se refirió a los acuerdos bilaterales que este país mantiene con la Santa Sede, y que están desarrollándose actualmente en acuerdos sectoriales, y mostró su confianza «en que todas las cuestiones pendientes que afectan a la vida de la Iglesia en su país se resolverán con el espíritu de buena voluntad y diálogo fructífero que ha caracterizado nuestras relaciones diplomáticas, desde que fueron tan felizmente restauradas».
Hungría tiene actualmente casi diez millones de habitantes, de los que algo más de la mitad (el 51,9%) son católicos.
Según los recientes datos publicados al respecto por el Comité Europeo de Enseñanza católica (CEEC), en el país hay cerca de 200 centros educativos desde las primeras edades hasta las escuelas superiores, en las que se atiende a cerca del 5% de los estudiantes húngaros.
Sin embargo a pesar de los acuerdos firmados en 1997 con la Santa Sede al respecto, el Gobierno de este país ha ido progresivamente reduciendo los fondos destinados al sostenimiento de la escuela en general y de la religiosa en particular.
Por Inma Álvarez