Santa Sede en la ONU: Derrotar la pobreza exige solidaridad

Intervención ante la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social

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NUEVA YORK, viernes, 6 febrero 2009 (ZENIT.org).- No es posible pensar que se derrotará a la pobreza sin solidaridad, aseguró la Santa Sede ante las Naciones Unidas.

El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, intervino este jueves, ante la XLVII sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social, que afrontaba el tema de la integración social

La falta de integración social, que implica la exclusión, advirtió, «se difunde tanto en las regiones desarrolladas como en las no desarrolladas y tiene causas comunes, como la pobreza, la desigualdad y la discriminación a todos los niveles».

El auténtico desarrollo, advirtió, se basa en «la convicción de que la lógica de la solidaridad y de la subsidiariedad es el instrumento más adecuado para superar la pobreza y asegurar la participación de todas las personas y grupos sociales en los niveles sociales, económicos, civiles y culturales».

«Se ha dado un amplio consenso en la última década sobre el compromiso en promover el desarrollo en la lucha contra la pobreza y en la inclusión y la participación de todas las personas y grupos sociales», aclaró el arzobispo.

Según el representante del Papa, «el logro de los objetivos, y en definitiva, del desarrollo y la cohesión social requiere no sólo ayuda financiera, sino la participación concreta de las personas».

«Los problemas del desarrollo –advirtió el arzobispo–, de las ayudas y de la cooperación internacional se afrontan a veces como meras cuestiones técnicas, que se agotan en establecer estructuras, poner a punto acuerdos sobre precios y cuotas, en asignar subvenciones anónimas, sin que las personas se involucren verdaderamente».

Por el contrario, aclaró, «la lucha contra la pobreza necesita hombres y mujeres que vivan en profundidad la fraternidad y sean capaces de acompañar a las personas, familias y comunidades en el camino de un auténtico desarrollo humano».

El representante del Papa ante la ONU concluyó explicando que «es necesario responder mediante las estructuras jurídicas, sociales e institucionales apropiadas a las necesidades de las familias, mujeres, jóvenes, personas que no han recibido una educación adecuada, parados, indígenas, ancianos, emigrantes y todos los demás grupos que son más vulnerables a la exclusión social».

 

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ZENIT Staff

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