El Papa y la canciller Merkel unidos en la condena del Holocausto

En una conversación telefónica

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 8 de febrero de 2009 (ZENIT.org).-Benedicto XVI y la canciller alemana Angela Merkel han mantenido una conversación telefónica en la que han mostrado su coincidencia en la visión sobre la Shoá como advertencia a la humanidad, según ha explicado este domingo la Santa Sede a través de un comunicado.

La conversación se produjo a petición de la señora Merkel, democristiana protestante, y se ha desarrollado «en un clima de gran respeto» en el que tanto el Papa como la Canciller alemana «han expresado sus respectivos puntos de vista en un clima de gran respeto», afirma la nota.

Esta conversación, según han declarado conjuntamente los dos portavoces, el señor Ulrich Wilhelm por la parte alemana y el padre Federico Lombardi, S.I.,  por la parte vaticana, ha sido «cordial y constructiva» y ha estado «marcada por la común y profunda adhesión a la advertencia siempre válida de la Shoá para la humanidad».

Ambos hablaron, según explica la nota, sobre las declaraciones realizadas por el Papa Benedicto XVI el pasado 28 de enero al término de la audiencia general, y sobre las de Ángela Merkel el pasado martes.

En esa ocasión, el Papa había pronunciado un comunicado, en el que afirmaba que la Shoá debía ser para todos » una advertencia contra el olvido, contra la negación y el reduccionismo».

El Papa afirmaba tener «en la memoria  las imágenes recogidas en mis repetidas visitas a Auschwitz, uno de los campos de concentración en los que se consumó la brutal masacre de millones de hebreos, víctimas inocentes de un ciego odio racial y religioso».

«Mientras renuevo con afecto la expresión de mi total e indiscutible solidaridad con nuestros Hermanos destinatarios de la Primera Alianza, auguro que la memoria de la Shoá induzca a la humanidad a reflexionar sobre el imprevisible poder del mal cuando conquista el corazón del hombre», añadía.

Estas declaraciones habían sido consideradas como «insuficientes» según declaró el pasado martes 3 de febrero Ángela Merkel.

«Por parte del Vaticano y del Papa tiene que quedar definitivamente claro que no se permite el negacionismo y que debe haber un trato positivo con el judaísmo», había afirmado la canciller alemana.

Ese mismo día, el portavoz vaticano, padre Lombardi, explicaba en declaraciones a Radio Vaticano que el Papa «reconoce y condena con total claridad el Holocausto del pueblo judío en tiempos del nazismo», en respuesta a las declaraciones de Merkel.

Al día siguiente, la Secretaría de Estado vaticana publicaba una nota en la que explicaba que Benedicto XVI «desconocía la postura del obispo Richard Williamson sobre la Shoá en el momento de remitir la excomunión», y por tanto éste «deberá tomar de modo absolutamente inequívoco y público distancia» de ellas antes de «ser admitido a las funciones episcopales en la Iglesia».

El jueves pasado Merkel consideró «una buena señal» la decisión del Papa de exigir al obispo Williamson que pida disculpas por negar el Holocausto nazi. «La actitud del Vaticano deja claro que negar esta tragedia no puede se puede permitir sin esperar consecuencias. Las relaciones entre las comunidades judías y las iglesias cristianas solo pueden llegar a buen puerto sin negar el Holocausto y sin antisemitismo», afirmó la canciller, hija de un pastor protestante.

Por otra parte, según publicó este sábado la prensa alemana, el obispo Richard Williamson se habría negado a retractarse «mientras no encuentre las pruebas históricas» que contrasten su tesis sobre lo ocurrido en los campos de exterminio nazis.

En estas declaraciones, publicadas por el periódico alemán Der Spiegel, el obispo reiteró sus críticas al Concilio Vaticano II.

En contraste con esta postura, el pasado viernes 6, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X hizo pública la expulsión de uno de sus miembros, el sacerdote  Floriano Abrahamowicz, por parte de su superior italiano, Davide Pagliarani, «por graves motivos de disciplina».

Abrahamowicz es conocido en Italia por sus declaraciones contra el Concilio y por su afirmación de que las cámaras de gas «sólo servían para desinfectar».

Según la nota de la Fraternidad, «la expulsión, aunque dolorosa, ha sido necesaria para evitar que sea una vez más distorsionada la imagen de la Fraternidad de San Pío X y, por consecuencia, dañada su obra al servicio de la Iglesia».

Por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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