QUITO, miércoles 25 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- Este miércoles de ceniza la Iglesia católica en Ecuador lanzó la campaña Cuaresmal de Solidaridad MUNERA a favor de las escuelas necesitadas de la Frontera Norte del país.
El objetivo, según informa la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal en un comunicado enviado a ZENIT es «mejorar su infraestructura, promover la calidad de los medios e insumos educativos, respaldar la cualificación y el trabajo diario de los maestros. Esto constituirá un respaldo al trabajo pastoral y educativo que durante varios años lleva adelante la Iglesia en esa zona».
En la nota, el episcopado, siguiendo la exhortación que hace Jesús en el pasaje evangélico de la liturgia de este miércoles, invita a provocar «un auténtico compromiso de vida con quienes más necesitan: los pobres, los enfermos, los ancianos, los niños que llaman a nuestra puerta y golpean nuestra conciencia».
«En esta cuaresma cada cristiano, cada comunidad, tiene la oportunidad de acercarse, tocar y cargar con el dolor del hermano tantas veces abandonado y MÚNERA nos da la posibilidad de hacer algo que vaya más allá de las palabras, en esta campaña 2009 nos invita a ser solidarios con las pequeñas escuelas de la frontera Norte», añade la nota.
A pesar de tantos esfuerzos realizados, todavía la situación educativa en las zonas rurales del país se muestra llena de deficiencias y de necesidades.
«A ello hay que añadir la problemática específica de las jurisdicciones eclesiásticas en la frontera Norte: Esmeraldas, Tulcán, Sucumbíos y Coca, lugares a los que cada día se atiende a miles de desplazados que huyen de la violencia y enfrentan tantas dificultades de integración social, problemas de narcotráfico», afirma el episcopado en la nota informativa.
A esto se suma la falta de recursos, que afecta de forma evidente la calidad de la tarea educativa, de nuestras niñas y niños empobrecidos.
«Aunque MUNERA sea sólo una gota de agua en medio de un océano de necesidades, es un esfuerzo de la Iglesia en el Ecuador para motivar a la solidaridad a todos los fieles a imitación de Cristo que dio su propia vida para que nosotros tuviéramos vida en abundancia. Es también una ocasión propicia para poner por obra el amor al prójimo», concluye.