La solidaridad, respuesta a la crisis, según el cardenal Rodríguez Maradiaga

No es económica o financiera, es crisis ética

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CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 25 de febrero de 2009 (ZENIT.org-El Observador).- «La crisis es generalizada y no hay que desanimarse. La Iglesia no es un organismo muerto y responde en tiempo de crisis. Este tiempo de carencia es una ocasión de crecimiento y la solución es la solidaridad». Con estas palabras el cardenal Oscar Andrés Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, dio respuesta al particular en una conferencia dictada en el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC).

El cardenal centroamericano, quien es también presidente de Cáritas Internacional, hizo un balance de la crisis financiera que atraviesa el mundo y presentó su respuesta inspirada por la fe: «La encarnación del Hijo de Dios es una muestra de solidaridad», porque el cristiano, lejos de encerrarse y de pensar en «sálvese quien pueda», siente el llamado a ser solidario. 

Esta crisis no es económica o financiera, advirtió, sino una «crisis de ética». 

Rodríguez Maradiaga subrayó que cuando el ser humano margina la ética de la vida, aflora la crisis. Lo principal –apuntó– es que la sociedad no caiga en el «síndrome de Caín», que es no preocuparse por los demás: «Es vivir encerrados y llenos de egoísmo», sin pensar que estamos para ayudarnos unos a otros. 

Preocupado el arzobispo hondureño aseveró que si no hay alivio se puede llegar a estallidos sociales, violencia y crimen organizado, por tanto debemos trabajar en contra de esta situación como hijos de Dios y ayudarnos unos a otros. 

Redes de solidaridad

El cardenal centroamericano presentó como opción realizar redes de solidaridad y puso como ejemplo a Cáritas, el organismo que preside a nivel internacional y que está promoviendo privarse de algo para compartir con los demás y no esperar a las acciones de los gobiernos de los países que están echando el dinero en saco roto y nunca lo van a llenar. 

Rodríguez Maradiaga expresó que la crisis también ha golpeado a la Iglesia, pero ésta seguirá con su labor caritativa y de promoción humana, aunque es cierto que se tendrán que reducir algunas obras.

Por Sergio Estrada

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ZENIT Staff

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