ROMA, miércoles, 11 marzo 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, como sus predecesores en sus viajes, se encuentra con representantes de aquella religión con arraigo en el país que visita. En Camerún, después del cristianismo, con una presencia del 42%, y las numerosas religiones tradicionales que suman el 30%, la tercera religión por número de creyentes es el islamismo, con un 20-22%. El Papa se encontrará con sus líderes el 19 de marzo en la Nunciatura Apostólica de Yaundé.
Un poco más de la quinta parte de la población camerunesa es musulmana. La presencia de los seguidores del Profeta en el país es antigua y muy consolidada aunque, en general, a diferencia de muchos otros países africanos es un islamismo tolerante, moderado y lejano de tentaciones extremistas.
Una de las características más relevantes de la organización interna de los fieles musulmanes es que están bajo la orientación directa de los principales catorce imanes, en especial del respetado Ibrahim Moussa, Gran Imán de Yaundé, que en agosto de 2008 asumió la dirección de la Gran Mezquita central de la capital, llamada coránica camerunense.
El Islam llegó a este territorio por primera vez en 1715 a través de los primeros musulmanes llegados del vecino Chad, pero verdaderamente se difundió en los primeros años del siglo XIX, en especial a través de los pastores nómadas ‘fula’ así como la Fraternidad sufí (Qadiri y Tijani).
Los primeros musulmanes en Camerún buscaban el mar para mejorar sus actividades comerciales. Una primera oleada entró en el país por el norte y esto explica que hoy en estas regiones la presencia musulmana sea más elevada que la media nacional. Luego el Islam se afirmó también en la parte central del país.
Juan Pablo II ya dedicó especial atención al diálogo con los líderes musulmanes cameruneses en su visita al país. El 12 de agosto de 1985, durante el encuentro con ellos, subrayó el Papa Karol Wojtyla que siempre existió una convivencia pacífica entre católicos e islámicos.
En Camerún hay, dijo el Papa, «una sociedad pluralista en la que viven, codo a codo, cristianos, musulmanes y fieles de las religiones tradicionales africanas» y subrayó que este es «uno de los grandes desafíos de la humanidad de hoy: aprender a vivir juntos de modo pacífico y constructivo».
Señaló el pontífice polaco que «hay que reconocer que vivimos en una época de polarización». Ciertos grupos étnicos, ciertas comunidades religiosas, y ciertas ideologías económicas y políticas, advirtió Juan Pablo II, «tienden a hacer prevalecer su punto de vista, excluyendo a quienes no lo comparten».
Y exhortó a que cristianos y musulmanes resistieran «estas tentaciones porque no conducen a la humanidad a ‘estos actos verdaderamente buenos, conformes con la vida que Dios ha trazado para nosotros desde el principio'».
Juan Pablo II afirmó también que el único camino «es el diálogo». Un diálogo con muchos aspectos, concretó. En primer lugar, «aprender a conocer la fe los unos de los otros, superar los prejuicios y los malentendidos». También «ser tolerantes respecto a las diferencias» y «llegar, a pesar de los obstáculos, a una mutua confianza, tal que podamos encontrarnos para hablar y para preparar proyectos en común, respetando las responsabilidades y los derechos de cada uno». Quiere decir, añadió, «comprometernos en acciones concretas para desarrollar nuestro país, para trabajar juntos en la construcción de una sociedad en la que la dignidad de cada persona sea reconocida y respetada».
Desde el discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, se han dado importantes pasos en el entendimiento mutuo entre católicos y musulmanes.
El más importante, la carta abierta que 138 guías religiosos musulmanes le enviaron y la respuesta de Benedicto XVI donde les aseguraba la voluntad de la Iglesia Católica de avanzar por la senda del diálogo.
En aquella ocasión, les invitaba a reunirse con él en Roma y a mantener un encuentro de trabajo con representantes suyos y con expertos católicos en diálogo interreligioso. (ver: http://www.zenit.org/article-25624?l=spanish).
Por Nieves San Martín