DUBLIN, miércoles 18 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Varios obispos irlandeses aprovecharon ayer la celebración del día de san Patricio, patrón de Irlanda, para hacer un llamamiento a la paz en Irlanda del Norte, ante el «preocupante aumento de la violencia» en las últimas semanas.
En un mensaje, el cardenal Seán Brady, arzobispo de Armagh y primado de Irlanda, insta a los ciudadanos a «redoblar los esfuerzos para construir una sociedad pacífica, pues «los autores de la violencia están tratando de destruir la paz que estamos construyendo».
«La violencia no es la respuesta», añade el purpurado en su mensaje. «Si los terribles y trágicos acontecimientos de la semana pasada nos enseñan algo, es que todos debemos trabajar sin cesar por la paz aquí en nuestra isla».
El cardenal Brady pide a los católicos que apoyen a los políticos «que están trabajando muy duro para pasar de los días oscuros de nuestro pasado, para construir un futuro mejor sobre la base de la confianza, la justicia y el respeto de todos».
Por su parte, el arzobispo de Dublín, monseñor Diarmuid Martin, afirma que es necesario «enviar un mensaje inequívoco y urgente que, como una comunidad, el Norte y el Sur, sin distinción de credo o de política, estamos unidos en contra de cualquiera que tome el camino de la violencia».
Monseñor Martin expresa su preocupación, no sólo por el nuevo brote de violencia en Irlanda del Norte, sino también por los recientes episodios de violencia callejera en Dublín y sus alrededores.
«La violencia engendra violencia. Somos testigos de la incongruencia de la situación en la que un asesinato-venganza engendra más venganza, y precisamente los que piensan que la violencia es una respuesta terminan siendo los más vulnerables a la siguiente ronda».
«Esta absurda violencia y desprecio por la vida humana ha venido sucediendo durante demasiado tiempo. Esto tiene que parar», exhorta el prelado.
El Día de san Patricio «nos ofrece una ocasión para reflexionar sobre la fragilidad de nuestro tiempo y nuestro futuro si ponemos nuestra confianza en el egoísmo», añade monseñor Martin. «Irlanda se enfrentó y atravesó momentos aún más difíciles en el pasado con la fuerza de la solidaridad. Necesitamos estos valores hoy».