El arzobispo de Valladolid pide “no insultar” a los católicos por su oposición al aborto

“Si no les gusta lo que los católicos piensan, muchos echan mano del insulto”

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VALLADOLID, viernes 27 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- El arzobispo de Valladolid, monseñor Braulio Rodríguez Plaza, ha hecho pública hoy una carta en la que critica «los insultos y descalificaciones contra los católicos» en las últimas semanas, a raíz de la reforma de la ley del aborto que en este momento tramita el Gobierno español.

En su carta, con el título «Se ruega no insultar», el prelado vallisoletano afirma que en esta cuestión, las descalificaciones públicas contra los católicos y concretamente contra los obispos «son constantes; son además rancias, de personas que difícilmente superan el anticlericalismo».

«Si no les gusta lo que los católicos piensan acerca del aborto, muchos echan mano del insulto, llamando a los obispos hipócritas, mentirosos, y diciendo que tenemos mafias de pederastas dentro de nuestra comunidad», afirma.

Monseñor Rodríguez Plaza afirma que «comprende la discrepancia» de quien «no piensa como los católicos decimos», pero añade que «no es democrático no admitir ninguna crítica», confundiendo «representación democrática que sale de las urnas, con una imposición, claro está, por vía de pensamiento único, de conductas que los ciudadanos han de aceptar, porque lo ha dicho la mayoría».

«¿Esa manera de concebir el ser humano y tratar el tema del aborto en la actual sociedad española no es discutible? ¿Acaso no es tolerable dudar de la verdad de algunas conquistas científicas? ¿Por qué las otras verdades, la poética, la del corazón, la filosófica o la que parte de la Religión católica han de desacreditarse?»

«No entiendo los insultos, las descalificaciones, la poquísima importancia que se ha dado a la llamada Declaración de Madrid, firmada por tantos científicos, hombres de ciencia, ginecólogos, pensadores. Y, sobre todo, ¿a qué vienen esos insultos al Papa en alguna cadena de televisión? ¿Dónde queda la tolerancia?», añade.

El prelado se pregunta también «qué pasa con el síndrome postaborto, y con un sentimiento de culpa, que se puede diluir, pero es difícil».

«¿No se puede ni siquiera preguntar si no se estará concibiendo el aborto como otro método anticonceptivo, y desvincularlo de todo componente religioso o científico racional y vincularlo a una opinión general: el aborto es un derecho, algo normal? Sobre todo, si la mayoría democrática decreta que no hay culpa en el aborto».

Quienes insultan «confunden la Iglesia con los obispos; son incapaces de ver en ella un Pueblo, donde los fieles laicos son mayoría; tienen poca sensibilidad ante el hecho religioso; confunden leyes que pueda aprobar el Parlamento, esto es, legalidad democrática, con la moralidad que tienen en sí mismas las acciones humanas», concluye.

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ZENIT Staff

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