CONCEPCIÓN, viernes 27 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- «La escuela católica desempeña un papel profético», ha asegurado en Chile el arzobispo Jean Louis Brugués, secretario de la Congregación para la Educación Católica.
En un encuentro con a los rectores y educadores de colegios de Iglesia de la ciudad de Concepción el prelado francés constató que en el mundo existen 1.200 universidades católicas, 2.700 seminarios y unas 250 mil escuelas católicas.
Estos números, aclaró, explican la extraordinaria oportunidad que tiene la Iglesia.
«Es un contacto único con la juventud –reconoció–, hay naturalmente otros contactos en la parroquia, los movimientos, pero me parece que la escuela católica desempeña un papel único en el sentido de que dentro de la escuela el niño se construye en todas sus dimensiones», aseguró monseñor Brugués.
Según el arzobispo, la escuela católica ofrece, en este sentido, una formación integral. No es sólo una formación intelectual, aunque tenga una gran importancia, aclaró, es además una formación humana afectiva y espiritual.
«Si el alumno ha tenido la oportunidad de conocer dentro de la escuela una formación completa, que le haga feliz, siempre durante toda su vida tendrá una visión armoniosa de la Iglesia», aseguró. Indicó que la primera impresión es siempre la mejor. En ese sentido, hizo ver que la responsabilidad de los educadores es grande. «Para mí, lo digo como profesor, es una de las vocaciones más bonitas del mundo. El contacto con la juventud ha sido una fuente de juventud para mi mismo. Uno no se ve envejece cuando se mantiene en contacto con la juventud», comentó.
Identidad católica
El prelado consideró que el primer desafío que se plantea hoy a las escuelas de la Iglesia es el de comprender lo que significa su identidad católica.
«Ese problema se plantea en el mundo entero. Me parece que nos ayuda la etimología. Qué significa la palabra católica: el primer sentido es universal. Y eso, supone dos consecuencias, la primera universalidad de saber, una escuela católica es una escuela abierta al abanico completo del saber, subrayando que se puede hablar de la escuela católica como una escuela de excelencia».
Y respecto al concepto de «universal», monseñor Brugués sostuvo que significa también apertura a todos.
«La escuela católica es una escuela abierta a todos y diría, sobre todo a los que no tienen cultura, a los más pobres; significa poner la excelencia a disposición de todos , en especial de los que no tienen recursos para alcanzar este nivel de cultura. En este sentido podemos decir que la escuela católica desempeña un papel profético», resaltó. Ahora bien, siguió diciendo, la palabra católica tiene un segundo sentido: «es decir, la confesión de una fe particular: la fe católica».
«Confesión de fe católica significa que la escuela debe ofrecer, no obligar ni imponer, un camino de fe, un camino de descubrimiento de la fe. No podemos pedir a todos los profesores presentarse con una fe completa. Es algo de conciencia. La Iglesia ayuda a la conciencia, no se impone a la conciencia. El sueño sería que un adulto, con una fe con dudas, con una fe débil, tenga la posibilidad de descubrir un camino de madurez para la vida», dijo. Finalmente, y pensando en particular en los alumnos, monseñor Brugués expresó que la escuela católica representa la cara materna de la Iglesia y el educador es el sacramento, el signo sensible, de la ternura de Dios.
«Naturalmente cada uno manifiesta esta ternura a su manera, por su carácter, su formación, su edad, su identidad, sexual. Lo que necesita más el hombre es el amor y el amor de Dios se descubre al principio, en una escuela. Católica».