VIENA, miércoles, 18 marzo 2009 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha advertido a la comunidad internacional, basándose en la experiencia de las instituciones católicas sanitarias de los cinco continentes, que no es posible combatir la droga con droga.

Así lo ha explicado el obispo José Luis Redrado Marchite, secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, en su intervención en nombre de la Santa Sede ante la sesión de la Comisión de la ONU contra las drogas que se celebra del 11 al 20 de marzo en la capital austríaca.

"La actividad capilar de las organizaciones y de las instituciones de la Iglesia católica que trabajan en el sector nos dice que el haber sustituido la droga con la droga ha agravado aún más la situación en el curso de los años, volviendo crónica la dependencia, y sin responder a la cuestión del sentido de la vida que según nuestro parecer constituye el centro del problema", reconoció el obispo español.

El representante papal aludía a las campañas de lucha contra la droga aplicadas en varios países que se han basado en la distribución de drogas ligeras, en ocasiones incluso subvencionadas.

Por el contrario, afirmó monseñor Redrado, "una sociedad libre de la droga exige de los Estados la fuerte voluntad política de extirpar definitivamente este fenómeno que algunos consideran una realidad que ya forma parte de nuestro vivir cotidiano y para la que simplemente se podrían limitar los daños".

La Iglesia, afirmó, considera que la lucha contra la droga debe basarse en una "estrategia de recuperación del respeto de la vida y de la dignidad de la persona del drogodependiente".

Esto exige, añadió, "la implicación de la familia como célula educativa primaria y el aporte positivo y multiforme de las fuerzas, instituciones y asociaciones comprometidas en la sociedad para acompañar a los drogodependientes y que se inspiran en los nobles principios y valores del amor y de la solidaridad".

El prelado reconoció que los programas de la Iglesia en la lucha y prevención de la droga han tenido particular éxito en España, Francia, Irlanda y Portugal.

La clave del éxito, afirmó, se debe "a una intensa actividad de prevención y de asistencia mediante campañas de sensibilización, seminarios, cursos y congresos específicos sobre el tema, la desintoxicación física y la rehabilitación del joven en el ámbito familiar y social".

Para ello, indicó, es necesario garantizar "tanto la intervención médica, como la ayuda psicológica, y la promoción entre los jóvenes adolescentes de un estilo y comportamiento de vida que sea una garantía favorable para su salud".

Ahora bien, concluyó, "la voluntad de liberar el tejido social de esta amenaza insidiosa que genera el crimen y la violencia y que contribuye a la destrucción física y moral de numerosas personas y familias, exige la firme resolución política, la cooperación internacional y la ayuda de toda la comunidad".