La tarde del 20 de agosto de 2008, un avión de la compañía Spanair se precipitó a tierra en el momento del despegue desde el aeropuerto de Barajas, convertido en una bola de fuego, a causa de un fallo técnico.
Se trata de la tragedia aérea más grave vivida en España, y la segunda en Europa occidental desde el atentado de Lockerbie, en 1988.
El Papa quiso mostrar su “cercanía espiritual y afecto entrañable a todos los afectados por ese lamentable suceso, así como a los familiares de los fallecidos, cuyas almas encomendamos a la misericordia de Dios”.
En el archivo de ZENIT: www.zenit.org/article-28176?l=spanish