ASÍS, martes 23 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Las basílica de Santa Clara de Asís y de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula acogen esta semana el cuerpo de santa Camilla Battista Varano de Camerino, la clarisa canonizada más recientemente.
La iniciativa se enmarca en el octavo centenario de la consagración de santa Clara en la Porciúncula, que tuvo lugar entre los años 1211 y 1212, según un comunicado de los franciscanos
El programa prevé que el cuerpo de la santa permanezca en la basílica de Santa María de los Ángeles hasta este miércoles 24 de agosto, cuando santa Camilla será llevada a la basílica de Santa Clara, donde las clarisas la acogerán con el canto de las Vísperas.
El cuerpo de santa Camilla Battista Varano volverá el 26 de agosto por la tarde al monasterio de Santa Clara de la localidad italiana de Camerino, donde es custodiado habitualmente.
Santa Camila fue canonizada el pasado 17 de octubre y se distingue por la tenacidad y firmeza con la que quiso perseguir los ideales y el carisma de santa Clara de Asís en la región de Las Marcas.
Princesa santa
Camilla nació en la corte de Varano. Su padre Giulio Cesare de Varano, era el príncipe de Camerino. Transcurrió su juventud entre fiestas, bailes y vida social. Estudió latín, leyes, aprendió a pintar y a montar a caballo.
Creció en un suntuoso palacio. Cuenta en su autobiografía que cuando tenía nueve años, un Viernes Santo escuchó una homilía en la que el hermano Domenico da Leonessa pidió a los presentes de derramar al menos una lágrima cada viernes por amor a Jesús. Ella lo tomó como un voto que siguió durante toda su vida.
Intuyó muy joven la vocación a la vida religiosa, pero le costaba aceptarla. Luego decidió abandonarse en las manos de Dios y entendió que Él la llamaba, pero su padre quería hacerla contraer matrimonio. Su nueva lucha fue superar los obstáculos para poder entrar al monasterio.
A los 23 años entró al monasterio de Santa Clara de Urbino, uno de los lugares más representativos del movimiento de la observancia.
“Haz señor que con mi vida siempre te alabe, te bendiga, te glorifique y edifique a mis hermanos”, decía la futura santa en uno de sus escritos.
Dos años más tarde Camilla hizo su profesión religiosa con el nombre de sor Battista, junto con otras ocho hermanas de Urbino y así ingresó al nuevo monasterio de Camerino.
Su padre y sus hermanos fueron asesinados en una persecución que sufrió su familia en 1502. Camilla fue obligada a refugiarse en la ciudad de Atri, una pequeña localidad del Abruzzo, en la zona meridional de Italia.
En 1505 el Papa Julio II la envió a fundar un monasterio de clarisas en Fermo, y en los años 1521 y 1522 viajó a San Severino delle Marche para formar las clarisas locales que habían asumido en aquel período la regla de Santa Clara.
Mística
Camilla tuvo diferentes experiencias místicas, que se reflejan en los numerosos escritos, y en los cuales revela su ardiente amor por Cristo crucificado.
Murió el 31 de mayo de 1524 durante una peste. “Me has resucitado en Ti, verdadera vida que das la vida a cada viviente”, escribió Camilla. Actualmente su cuerpo está custodiado y expuesto al culto en una cripta dedicada a ella, en la iglesia del monasterio de Camerino.
El milagro ocurrido para su canonización ocurrió en 1877. Se trata de la curación milagrosa de una niña llamada Clelia Ottaviane en Camerino, que sufría de raquitismo. Debido a algunos problemas del postulador anterior, la causa se detuvo durante 100 años. Fue retomada en 1998 y en diciembre de 2009 el Papa Benedicto XVI firmó el decreto en el que se aprobaba el milagro para su canonización.
Las obras de Camilla han sido recopiladas en algunos libros los cuales están siendo reeditados por las hermanas clarisas con motivo de su canonización: Los recuerdos de Jesús,Los dolores mentales de la pasión de Jesús, Autobiografía, Instrucciones al discípulo, Tratado de la pintura del corazón, y Consideraciones sobre la pasión de Nuestro Señor.
En uno de sus escritos, Camilla exhorta: “Sírvelo por puro amor porque sólo Él es el Señor que merece ser servido, amado, alabado en cada criatura».