RÍMINI, martes 23 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, hizo llegar el domingo al Meeting de Rímini, el festival anual del movimiento Comunión y Liberación, un mensaje en nombre del Papa Benedicto XVI, en el que reflexiona sobre la esperanza en la existencia cristiana.
En un extenso mensaje, el cardenal Bertone explicó que la experiencia religiosa del hombre no consiste sólo en “saberse criatura”, en saber de dónde viene, sino sobre todo “hacia dónde va”.
“El hombre no puede vivir sin una certeza sobre su propio destino”, afirma el cardenal Bertone, citando la Spe salvi de Benedicto XVI; “ el hecho de que este futuro exista, cambia el presente; el presente es tocado por la realidad futura, y así las cosas futuras se vuelvan en las presentes y las presentes en las futuras”.
Los dramas del siglo XX, subrayó el purpurado hablando en nombre del Papa, “han demostrado ampliamente que cuando disminuye la esperanza cristiana, es decir, cuando disminuye la certeza de la fe y el deseo de las ‘cosas últimas’, el hombre se pierde y se convierte en víctima del poder, empieza a pedir la vida a quien no la puede dar”.
En este sentido, subrayó, “en Cristo Jesús, el destino del hombre ha sido arrancado definitivamente de la nebulosidad que lo rodeaba”.
Él “hace de la existencia misma un acontecimiento positivo, una historia de salvación en la cual cada circunstancia revela su verdadero significado en relación con lo eterno”.
Si falta esta conciencia, añadió, !es fácil caer en los riesgos del actualismo, en el sensacionalismo de las emociones, en el que todo se reduce a fenómeno, o de la desesperación, en la que cada circunstancia aparece sin sentido”.
Sólo la certeza que nace de la fe permite al hombre “vivir de modo intenso el presente” y, al mismo tiempo, “trascenderlo, captando en él los reflejos de lo eterno al que el tiempo está ordenado”.
“Sólo la presencia reconocida de Cristo, fuente de la vida y destino del hombre, es capaz de despertar en nosotros la nostalgia del Paraíso y así proyectarnos con confianza en el futuro, sin miedos y sin falsas ilusiones”.
Por ello, añadió, “hoy más que nunca nosotros los cristianos estamos llamados a dar razón de la esperanza que hay en nosotros”.
La existencia no es un “proceder ciego”, sino un “salir al encuentro de aquel que nos ama. Sabemos por tanto adonde estamos yendo, hacia quién nos dirigimos y esto orienta toda la existencia”.