CASTEL GANDOLFO, domingo 28 de agosto de 2011 (ZENIT.org).– Benedicto XVI indicó este domingo durante el rezo del Ángelus el “secreto” para “realizarse” en la vida: “perderse a sí mismo” en seguimiento de Cristo crucificado para “encontrarse a sí mismo” en el “don de sí mismo”.
El Papa presidió al mediodía la oración mariana desde el balcón del patio interior del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y fue saludado con entusiasmo por jóvenes que retomaron la aclamación de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid: “Esta es la juventud del Papa”.
Comentando el evangelio dominical, destacó que “cuando la realización de la propia vida está orientada únicamente al éxito social, al bienestar físico y económico ya no se razona según la voluntad de Dios sino según los hombres”.
“Pensar según el mundo es dejar aparte a Dios, no aceptar su designio de amor, es casi impedirle cumplir su sabia voluntad”, añadió.
Citando el primer volumen de su libro Jesús de Nazaret, explicó que “el Señor enseña que “el camino de los discípulos es un seguirle a Él, al Crucificado. Pero en los tres Evangelios, este seguirle en el signo de la cruz (···) como el camino del “perderse a sí mismo”, que es necesario para el hombre y sin el cual le resulta imposible encontrarse a sí mismo”.
El Papa actualizó esta enseñanza para los bautizados de hoy: “Como a los discípulos, también a nosotros Jesús nos dirige la invitación: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. El cristiano sigue al Señor cuando acepta con amor la propia cruz, a pesar de que a los ojos del mundo aparece como un fracaso y una “pérdida de la vida”, sabiendo que no la lleva solo, sino con Jesús, compartiendo su mismo camino de donación”.
Después del Ángelus, el Pontífice felicitó a monseñor Marcello Semeraro, obispo de la diócesis de Albano, a la que pertenece Castelgandolfo, con motivo del cuarenta aniversario de su ordenación sacerdotal.
Y extendió sus buenos deseos, por el mismo aniversario, a monseñor Bruno Musaro, nombrado hace poco nuncio apostólico en Cuba, al obispo Filippo Santoro y a 17 sacerdotes presentes hoy en Castel Gandolfo.
En su saludo a los peregrinos de habla española, Benedicto XVI destacó la necesidad de ser dóciles a la Palabra y dejarse transformar interiormente, para así saber distinguir siempre cuál es la voluntad de Dios.
Finalmente pidió que “el Señor, por intercesión de la Virgen María, infunda su amor en todos los corazones para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumente el bien en nosotros y con constante solicitud lo conserve”.