África: Destruir a la familia es destruir la sociedad

Coloquio en Cotonou

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ROMA, lunes 6 febrero 2012 (ZENIT.org).- “Destruir a la familia es destruir la sociedad, declaró el arzobispo de Kinshasa cardenal Laurent Monsengwo Pasinya con ocasión del coloquio organizado en Cotonou, Benín, del 24 al 26 de enero, en colaboración con el Instituto pontificio Juan Pablo II para el estudio sobre el matrimonio y la familia.

El coloquio marcó el décimo aniversario de la Federación Africana de Acción Familiar (FAAF). La ceremonia de clausura fue presidida por el cardenal Robert Sara originario de Guinea Konacry, y presidente del Pontificio Consejo Cor Unum.

Dany Sauvage presidenta de la FAAF explica a ZENIT que el encuentro de Cotonou ha sido organizado con motivo de este aniversario: “Algunas personalidades de la Iglesia vinieron para celebrar” con los miembros de la FAAF.

La FAAF, dice, “federa una veintena de asociaciones de acción familiar africana, repartidas en 19 países de nuestro continente, que trabajan en el lugar”.

En cuanto a la misión de la Federación, Sauvage añade que “la FAAF considera que la plenitud íntegra del hombre se realiza por la familia, santuario de la vida y del amor”: “Su misión es desarrollar las competencias de sus asociaciones miembros. Estas educan a los jóvenes a la vida y al amor, promueven los valores conyugales y familiares, y enseñan una maternidad/paternidad responsable de acuerdo al designio de Dios sobre la pareja y la familia”.

Destruir la familia es destruir la sociedad

Por su parte el cardenal Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, que presidió el encuentro, afirma que el lugar de la FAAF en Africa “es muy importante”. En efecto, dice, “la familia desde hace treinta años ha experimentado profundos cambios yendo siempre en el sentido de una destrucción progresiva de la célula familiar. Para muchos, la estabilidad matrimonial no es un ideal”.

Afirma el papel social de la familia en estos términos: “Toda sociedad tiene necesidad de la familia, célula primordial. La Iglesia igualmente. Sabemos que la familia nace de un matrimonio indisoluble y fiel, es el lugar de encuentro con Dios para los esposos.”

Subraya la gravedad de esta postura para la sociedad. Desde el momento en que nosotros nos evadimos del matrimonio y de la familia, esta dimensión de misterio inherente a la economía divina, todas las desviaciones son posibles: violencias, malos tratos del cónyuge, paternidad y maternidad irresponsables. Destruir la familia es destruir la sociedad; destruir la familia es destruir la Iglesia. El matrimonio y la familia son el mayor regalo que Dios ha hecho a la humanidad a fin de que sean verdaderamente a su imagen.

“Los actores de la FAAF en mi país y en los demás países africanos buscan enseñar en el lugar la buena nueva de la Iglesia sobre la sexualidad, evangelizan el amor humano” subraya el arzobispo.

Un trabajo de larga duración

Otro de los asistentes al coloquio fue el arzobispo de Varsovia-Praga, monseñor Henryk Hoser, antiguo misionero, que trabajó 21 años en Ruanda, donde participó en la puesta en marcha de la asociación de Acción Familiar Ruandesa y se convirtió en el cofundador de la FAAF.

Monseñor Hoser subrayó que “la acción de la FAAF se enraíza en un trabajo de larga duración de nuestros predecesores en acción familiar”, antes de recordar el compromiso de diferentes pioneros y comunicó su alegría por que “la FAAF ha crecido alcanzando su madurez: ¡un verdadero don de Dios!”.

El secretario del Consejo Pontificio de la Familia, monseñor Jean Laffitte, participó en este encuentro para aportar un mensaje de ánimo a los participantes: “Desde siempre la Iglesia se ha interesado por la familia, el beato Juan Pablo II nos ha dejado una herencia maravillosa sobre el tema de la familia. Nuestro papa, Benedicto XVI, continúa aportando en su encíclica Deus Caritas Est, una aclaración importante sobre el Amor Divino, sobre el eros y el ágape. El eros solo se comprende cuando la unión entre cuerpo y espíritu es totalmente cumplida. Aquí hay una verdadera madurez del eros, una purificación. Eros y ágape no pueden ser disociados, esto es verdad en el hombre, porque misteriosamente es verdad para Dios. El matrimonio fundado sobre un amor exclusivo y definitivo, abierto a la transmisión de la vida se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo, y recíprocamente, la medida con la que Dios ama se convierte en la medida del amor humano”.

Monseñor Laffitte concluyó: “Estoy impresionado por las personas aquí presentes, que trabajan para que las parejas que encuentran puedan concretamente inscribir su amor humano en el plan divino”.

Traducido del francés por Raquel Anillo

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ZENIT Staff

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