ROMA, jueves 9 febrero 2012 (ZENIT.org).- Caminando por las calles de Roma no puede pasar inadvertido notar últimamente a religiosas completamente vestidas de verde que transitan por lugares historicos y artísticos de la capital: catedrales, abadías, catacumbas, entre otras.
Llenos de curiosidad, hicimos una pequeña investigación y descubrimos que se trata de las Misioneras de la Divina Revelación, cuya vocación es acercar a las personas a la fe, a través de la belleza eterna y profunda del arte. Esta misión nos la confirmó la madre Rebecca Nazzaro, superiora de la orden, que concedió una entrevista a ZENIT.
Madre Rebecca, quisiera sobre todo que los lectores conocieran brevemente la historia de su orden.
–Madre Rebecca: Nuestra historia inicia con la aparición de la Virgen en las Tres Fuentes el 12 de abril de 1947. La Virgen se apareció a un protestante, anticlerical, Bruno Cornacchiola, que estaba ahí con sus tres hijos para escribir un discurso en contra de la Madre de Dios, que presentaría al día siguiente en la secta de los Adventistas.
De repente, los niños se alejaron y Bruno los encuentra de rodillas de frente a la gruta, donde también a él le aparece un punto luminoso que se le acerca tanto hasta el punto de tocar sus ojos: es la Bella Señora que se presenta totalmente cubierta con un manto verde y entre sus manos sostiene la Palabra de Dios, y le dice: “Tu me persigues, regresa al redil santo –la Iglesia Católica– soy la Virgen de la Revelación”. Nuestro carisma, por lo tanto nace de este evento extraordinario.
¿Cuando nació su orden?
–Madre Rebecca: Recibimos la aprobación en 2001, pero el proyecto de la madre Prisca, nuestra fundadora, nació mucho tiempo antes. La madre venía ya de la Acción Católica, y había vivido durante muchos años junto a Bruno Cornacchiola, siguiendo sus catequesis, sus encuentros; después mano a mano, sintió crecer en su corazón el deseo de dedicarse totalmente al Señor y se sintió llamada a fundar una orden que difundiera esta historia de amor y de misericordia. Fue ella quien escogió todo, aunque la hechura y el color de nuestro hábito se refiere al manto de la Virgen en el momento de la aparición. Pero la madre Prisca, no vió realizado su proyecto, porque lamentablemente murió en 1998.
¿Que herencia espiritual les ha dejado su fundadora?
–Madre Rebecca: La evangelización, fundada sobre los tres blancos amores: la Eucaristía, la Inmaculada y el Santo Padre, fundamentos de la Iglesia Católica. Naturalmente nuestras actividades son entre otras, el catecismo en parroquias, encuentros y la presencia disponible en la diócesis. Y precisamente en la diócesis nació la invitación por parte del cardenal Ruini, de nuestra presencia en San Juan de Letrán, basílica donde empezó la historia de “Catequesis con arte”.
¿En que consiste su particularidad y su punto de fuerza, como nació esta iniciativa?
–Madre Rebecca: Estando en contacto con la belleza de San Juan de Letrán, que en realidad conocíamos muy poco, empezamos a consultar todas las guías a disposición, desde las comerciales a aquellas que tienen un contenido más profundo según los especialistas; de esta forma nos dimos cuenta de la riqueza que tiene la Basílica a nivel historico, religioso y arquitectónico.
Y por esto, tomamos la iniciativa, de realizar una catequesis, explicando la representación de la Biblia pauperum, Biblia del pueblo, a nuestros amigos, parientes y conocidos, en la cual hicimos el recorrido de la historia de la salvacion, a través de los relieves que se encuentran sobre las paredes laterales de la nave central. Ha sido una emoción muy grande, hasta el punto de que estas personas insistieron mucho en que se repitiera la experiencia.
¿Y qué sucedió después?
–Madre Rebecca: Iniciamos una serie de repeticiones en la Basílica de Letran y poco a poco creamos un pequeño recorrido, todo a un nivel muy sencillo.
Después nos llegó una exhortación por parte del Oficio Catequístico de la Diócesis, que se habían enterado de estos encuentros y nos pidieron difundirlos. Por esto, poco a poco, empezamos a elaborar un programa específico y una pequeña gráfica.
En 2007, una amigo común nos puso en contacto con el cardenal Comastri, que hacía poco que había sido nombrado vicario de Su Santidad Benedicto XVI, para la Basílica de San Pedro, quien deseaba atender el deseo del pontífice, de evitar que San Pedro fuera visto como un museo, si no como una “Basílica viva”. Por lo tanto, el cardenal, conociendo nuestro itinerario, nos pidió escribir una guía de arte y fe para la Basílica de San Pedro.
¡Un gran reto, más que un gran honor!
–Madre Rebecca: Exacto, trabajamos todo el verano en la elaboración de la guía y el 8 de septiembre de 2007, le entregamos al cardenal la guía, quien hizo algunos retoques, pero se sintió complacido, tanto que luego nos pidió realizar también las visitas guiadas en la Basílica. El texto de la guía después fue traducido en diez idiomas. De San Pedro, luego, pasamos facilmente a los Museos Vaticanos y ha sido todo un sueño realizado, que siempre habíamos deseado, pero no buscado. Solo piense a la sensación que experimentamos cada vez que entramos a la Capilla Sixtina a hacer catequesis…
¿En qué consisten sus catequesis?
–Madre Rebecca: antes que nada, se parte de un estudio profundo de la obra de arte, buscando los componentes que nos ayudan a comprender el momento histórico y qué vivía la Iglesia en aquella época. De este modo la obra habla por sí sola, expresa un lenguaje de verdad y de fe. Un artista que pinta un retablo de altar, como por ejemplo Rafael, en la Transfiguración, se debe tener en cuenta que existe un lazo inseparable entre lo que sucede sobre el altar y la pintura. En este caso, de hecho, existe una división en la transfiguracón sobre el monte Tabor, en dos escenas que envuelven a dos espectadores: al sacerdote que celebra y al creyente. Lo mismo sucede con la Piedad de Miguel Ángel: el brazo extendido de la Virgen María, es un brazo que indica “mi hijo murió por ti y esta muerte no ha sido en vano”. Es precisamente este tipo de conexiones lo que buscamos, porque son estas las que hacen especial una obra, más que la atención concreta a los detalles.
¿Cuánto tiempo lleva funcionando este proyecto?
–Madre Rebecca: Este es ya el octavo año que elaboramos el calendario de los itinerarios, dedicándonos sobre todo a las basílicas paleocristianas. De hecho, pensamos que hemos sido llamadas a descubrir las raíces cristianas de nuestra fe, sobre todo aquellas cimentadas en la Basílica de San Pedro, que no es solamente una Iglesia “dedicada” al apóstol Pedro, como muchas personas piensan, sino que es el lugar que realmente contiene su cuerpo, que fue enterrado ahí en la antigua necrópolis.
Cuanto más insiste el mundo, la comunidad europea, y la mentalidad relativista que nos rodea en eliminar por completo nuestros fundamentos, más aún nos sentimos atraidas a cumplir esta misión de evangelización. La Iglesia apunta mucho a los proyectos dedicados a la concordancia entre arte y fe.
¿Cual es la reacción del público ante esto?
–Madre Rebecca: Reacciona con emoción, porque el Señor toca de manera extraordinaria las fibras del corazón. Se comprende que a través de este tipo de catequesis por imágenes pasa el mensaje evangélico. Estamos contentas de que se estén desarrollando este tipo de proyectos porque nos sentimos un poco como las “pioneras”, visto que nosotras nos dedicamos a ello ya desde hace algunos años. Nosotras decimos, además, que esta no es ciencia nuestra, sino una ciencia de la Iglesia, nosotras no hemos inventado nada.
¿Por lo
tanto, el arte puede llamar a la fe a aquellos que la han perdido?
–Madre Rebecca: Absolutamente. El arte es un instrumento ‘privilegiado’ para la evangelización, es la expresión más alta con la cual el hombre deja su naturaleza para tocar lo trascendente. ¿Qué medio más grande podemos tener?
A través de las imágenes, el arte nos permite tocar lo Invisible con lo visible y esto provoca una emoción no solo a nivel epidérmico, sino una emoción que penetra la racionalidad del mensaje de la verdad que contienen las Sagradas Escrituras y la Tradición de la Iglesia. Debemos y podemos, a través del arte, “dar razón de nuestra fe”, como exhortaba san Pedro. Y este es nuestro objetivo primordial.
¿A quien esta dirigido este tipo de itinerario?
–Madre Rebecca: A todos, pero en particular, buscamos de difundirlo en las escuelas. Cada año, se organizan “excursiones” con los jóvenes: el problema es que prefieren llevarlos a las mezquitas y a las sinagogas; pero cuando los profesores católicos proponen la visita a San Pedro no lo toman ni siquiera en consideración. Exhortamos, por lo tanto, a las escuelas, que lleven a los jóvenes a la Basílica y a los Museos Vaticanos –también el cardenal Comastri nos animó a hacer esto, por medio de una carta– porque estamos convencidas de que para renovar la fe cristiana en Europa, se necesita recomenzar por los niños. Ellos, de hecho, se fascinan con lo bello y lo verdadero, ¿pero, qué sociedad tienen delante? Una sociedad de la imagen: de una imagen equivocada.
¿Y ustedes, cómo estan trabajando, en este sentido?
–Madre Rebecca: Nosotras, disfrutamos del pensamiento y la visión de la imagen artística y sagrada, aunque para recordar un poco a quien la observa, lo profunda y lo clara que era la fe de un tiempo, porque estaba basada en las Escrituras, y en el pensamiento de la Iglesia.
Los mismos artistas, tienen o han tenido vidas de lucha, pero de frente a un tema bíblico se ponían en una posición de respeto, de veneración, porque sabían que entraban en el misterio, en una cosa más grande que ellos mismos.
Desafortunadamente ahora se esta perdiendo este sentido del arte…
–Madre Rebecca: Sí, es cierto, los contenidos ahora son otros. Por este motivo esperamos sacar adelante este itinerario y extenderlo también fuera del territorio de Roma, no para dar un paso atrás, sino para retomar ‘aquello que eramos y hacíamos’ y así mejorar. Esperamos que pasando la palabra todo esto pueda funcionar.
Por Salvatore Cernuzio