ROMA, martes 14 febrero 2012 (ZENIT.org).- De 58 años, arzobispo de Utrech, Países Bajos, un país donde la secularización ha debilitado y dividido a la Iglesia. Médico y sacerdote, se ha distinguido, entre otras cosas, por la fiera batalla en defensa de la vida humana, desde la concepción a la muerte natural. El 18 de febrero, monseñor Wim Eijk será creado cardenal, junto a otros 21 prelados. ZENIT lo ha entrevistado.
¿Su nombramiento de cardenal por el papa fue una sorpresa?
–Mons. Eijk: Sí y no. La sede de la archidiócesis de Utrech es muy antigua, fue fundada en 695 por san Willibrord. El primer arzobispo de Utrech, que fue también cardenal, fue Jan de Jong. Durante la segunda guerra mundial, condenó las deportaciones de judíos y probablemente por esta razón fue creado cardenal en 1946. Desde entonces, todos los arzobispo de Utrech han llegado a cardenales, pero no es automático. Además, la Iglesia en los Países Bajos se está reduciendo, mientras que en otros países crece. Es y sigue siendo el papa quien decide y yo quedé gratamente sorprendido cuando lo supe.
¿Cómo se está preparando para el próximo consistorio del 18 de febrero?–Mons. Eijk: En primer lugar, me preparo con la oración. Además, me preparo interiormente sobre el tema del consistorio: la nueva evangelización. Este es un tema urgente también para los Países Bajos y tengo curiosidad por conocer las experiencias de los otros miembros del Colegio Cardenalicio. Luego hay también cosas prácticas: he dado una serie de entrevistas y he comprado la ropa adecuada: también existe este aspecto…
¿Qué significa para usted pertenecer al colegio o “club” muy selecto de purpurados? ¿Es un honor o más bien una responsabilidad?
–Mons. Eijk: Me siento feliz y agradecido por este nombramiento porque es un verdadero honor. Pero todavía más importante: es una extensión de mi vocación al sacerdocio y al episcopado. Ser cardenal significa tener un papel consultivo hacia el santo padre y el mundo de la Iglesia. Y, en caso de deceso del papa, son los cardenales quienes deben elegir en el cónclave a su sucesor. En este sentido, es una tarea de gran responsabilidad. Me alegra también que la Iglesia holandesa pueda ser de nuevo representada por un cardenal. Esto demuestra que gozamos aún de la confianza de Roma, a pesar de la grave recesión que la Iglesia holandesa está atravesando en los últimos decenios.
La Iglesia en los Países Bajos está todavía resentida por el escándalo de los abusos sexuales a menores. Su púrpura es un estímulo por parte del santo padre? ¿Un acto de confianza?
–Mons. Eijk: Yo veo el escándalo de los abusos sexuales desligado de mi creación como cardenal. Como Iglesia holandesa, debemos hacer indagaciones en profundidad sobre el escándalo de los abusos y por tanto tomar un gran número de medidas. El hecho de que, como arzobispo de Utrech, haya sido creado cardenal es estimulante para la Iglesia holandesa, pero no tiene ninguna relación con el escándalo de los abusos sexuales.
La Nueva Evangelización es una de las prioridades del pontificado de Benedicto XVI. Cómo es la situación de los Países Bajos?
–Mons. Eijk: La Nueva Evangelización es absolutamente necesaria, también en los Países bajos. Muchos jóvenes no conocen la diferencia entre Pascua y Pentecostés: el conocimiento religioso es muy bajo. Pero hay signos de esperanza: en la archidiócesis cada año casi doscientas personas se hacen católicas en edad adulta. El entusiasmo en su fe es una fuerza para el reclutamiento. Esto vale también para los jóvenes que van a la Jornada Mundial de la Juventud. Nos auguramos que la chispa de aquél grupo encienda también a otros. Es más fácil hoy que hace treinta años hablar con los jóvenes de los contenidos de la fe. Las personas se sienten de nuevo felices con esta propuesta.
Usted es médico de formación. Es más, su especialidad es la ética biomédica. ¿Nos puede decir que le impulsó a elegir este camino?
–Mons. Eijk: Antes de optar por el sacerdocio, durante un número de años estudié medicina. La bioética es una rama de la ciencia moral, que se ocupa de los aspectos éticos de las intervenciones en la vida humana: aborto, eutanasia, inseminación artificial. Sobre estas cuestiones morales inherentes al inicio y fin de la vida, la Iglesia tiene naturalmente su visión, pero es también importante conocer la evolución científica. A finales de 2010, gracias a mi colaboración en la redacción, se editó el Manual Católico de la Ética Médica, que trata de estos temas.
El tema de su tesis de doctorado fue el de la eutanasia, una praxis extendida y legal en Holanda pero rechazada categóricamente por la Iglesia. ¿Por qué motivo?
–Mons. Eijk: Como ya he dicho, estudié medicina y me estaba especializando como internista, cuando decidí responder a la vocación sacerdotal. El cardenal Simonis, entonces obispo de Rotterdam, sabía de mi experiencia médica y sugirió como tesis un argumento médico porque el conocimiento en este campo en la Iglesia es más bien escaso. Descubrí que la eutanasia era un tema muy interesante. En el hospital donde trabajé en 1978 y 1979, como médico especializando en medicina interna, había médicos que practicaban la eutanasia y se sorprendían de que justo el más joven asistente –entonces tenía apenas 25 años- tuviera objeciones de principio al respecto.
Su lema episcopal es Noli recusare laborem (No rechazar el trabajo). ¿Puede explicar por qué lo eligió?
–Mons. Eijk: Este lema lo elegí cuando fui nombrado obispo de Groninga. El texto se basa en las palabras que san Martín de Tours (316-397) pronunció en el lecho de muerte. Quería expresar la devoción a su llamada hasta el fondo: estaba dispuesto a morir, pero también a vivir para continuar sirviendo al Señor y a su Iglesia. Se puso completamente a disposición del Señor y pensé que era importante expresar esta actitud en mi lema. Veo el nombramiento de obispo como una ampliación de la vocación al sacerdocio que he recibido de Dios. El sacerdocio significa vivir al servicio del señor para la edificación de su Iglesia en sumisión a todo lo que puede suceder haciendo este camino, seguros de que nada sucede sin la presencia de Dios. Otro motivo en la elección de este lema es que san Martín es el patrono de la ciudad de Groninga. Cuando me trasladé a la archidiócesis de Utrech, no había que cambiar el lema: san Martín es también el patrón de Utrech.
Una pregunta muy personal. En 2011, usted sufrió un ictus y la recuperación fue larga.¿cómo ve hoy este momento difícil, también desde el punto de vista espiritual?
–Mons. Eijk: Fue un período difícil porque no sabía cuánto recuperaría y si podría ejercer de nuevo mi tarea de obispo. Fue también un periodo de soledad, aunque muchas personas estuvieron cercanas y me sostuvieron. Aprendí mucho en aquellos meses, entre otras cosas a orientarme de nuevo completamente hacia Dios, a ser paciente –por naturaleza soy más bien activo- y a no rebelarme. En aquél periodo pude también experimentar la presencia del Señor. Dios se ofrece a sí mismo, pero no se impone y no deja caer al hombre. Además, aquél periodo me llevó a sentir una solidaridad más fuerte con el prójimo, sobre todo si está enfermo.
Por Paola De Groot-Testoni