CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 22 febrero 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha enviado al cardenal Raymundo Damasceno Assis, presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB) y arzobispo de Aparecida, un mensaje con motivo de la Campaña cuaresmal de Fraternidad promovida por la Iglesia brasileña, este años sobre el tema “Fraternidad y sanidad pública”.
En su mensaje, el papa afirma:
“De buen grado me asocio a la Conferencia Episcopal de Brasil que lanza una nueva Campaña de Fraternidad, con el lema “que la salud se difunda sobre la tierra” (cf.Eclo 38,8), con el objetivo de suscitar, a partir de una reflexión sobre la realidad de la salud en Brasil, un mayor espíritu fraterno y comunitario en la atención de los enfermos y llevar a la sociedad a garantizar a más personas el derecho de tener acceso a los medios necesarios para una vida saludable.
Para los cristianos, de modo particular, el lema bíblico es un recuerdo de que la salud va mucho más allá de un simple bienestar corporal. En el episodio de la curación de un paralítico (cf. Mt9, 2-8), Jesús, antes de hacer que volviera a andar, le perdona los pecados, enseñando que la curación perfecta es el perdón de los pecados, y la salud por excelencia es la del alma, pues “¿de que le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?” (Mt 16,26). En efecto, las palabras salud y salvación tienen origen en el mismo término latino salus y no por otra razón, en los Evangelios, vemos la acción del Salvador de la humanidad asociada a diversas curaciones: “Jesús andaba por toda la Galilea, enseñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando todo tipo de dolencia y enfermedades del pueblo” (Mt 4,23).
Con su ejemplo ante los ojos, según el verdadero espíritu cuaresmal, pueda esta Campaña inspirar en el corazón de los fieles y de las personas de buena voluntad una solidaridad cada vez más profunda para con los enfermos, tantas veces sufriendo más por la soledad y abandono que por la dolencia, recordando que el propio Jesús quiso identificarse con ellos: “pues Yo estaba enfermo y cuidaste de Mí” (Mt 25,36). Ayudándoles al mismo tiempo a descubrir que si, por un lado, la enfermedad es prueba dolorosa, por otro, puede ser, en la unión con Cristo crucificado y resucitado, una participación en el misterio del sufrimiento de Él para la salvación del mundo. Pues “ofreciendo nuestro sufrimiento a Dios por medio de Cristo, podemos colaborar en la victoria del bien sobre el mal, porque Dios vuelve fecunda nuestra oferta, nuestro acto de amor” (Benedicto XVI, Discurso a los enfermos de Turín 2/V/2010).
Asociándome, pues, a esta iniciativa de la CNBB y haciendo mías las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de cada uno, saludo fraternalmente a cuantos toman parte, física o espiritualmente, en la Campaña “Fraternidad y Salud Pública”, invocando –por la intercesión de Nuestra Señora Aparecida- para todos, pero de modo especial para los enfermos, el consuelo y la fortaleza de Dios en el cumplimiento del deber de estado, individual, familiar y social, fuente de salud y progreso del Brasil, haciéndose fértil en la santidad, próspero en la economía, justo en la participación de las riquezas, alegre en el servicio público, ecuánime en el poder y fraterno en el desarrollo. Y, para confirmarles estos buenos propósitos, envío una propicia Bendición Apostólica”.