ROMA, miércoles 22 febrero 2012 (ZENIT.org).- Se agrava la situación de los prófugos del norte de Mali, escenario del conflicto entre el ejército y los rebeldes tuareg del Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA) que estalló de nuevo el 17 de enero. El conflicto ha producido un buen número de prófugos que han creado una situación de emergencia.
No hay cifras precisas sobre el número de prófugos, informa este miércoles el diario vaticano L’Osservatore Romano, haciéndose eco de informaciones de la agencia misionera Misna.
Algunas fuentes hablan de 75.000 refugiados más allá de las fronteras con Mauritania, Níger, Burkina Faso y Argelia, y de más de 60.000 desplazados internos.
Las cifras en cuestión –superiores a las hasta ahora comprobadas por el Alto Comisario de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que ha hablado de 44.000 refugiados en el exterior y más genéricamente de decenas de desplazados internos- han sido proporcionadas por Mamatal Ag Dahmane, portavoz de la Asociación de los refugiados y las víctimas de la represión en Azawad (Arvra), citado por Misna.
Según el portavoz de Arva, los refugiados recibieron ayuda de algunas organizaciones humanitarias, pero las operaciones proceden con lentitud.
Mamatal especificó en “en Mauritania hay un gran problema de aprovisionamiento de agua y los primeros convoyes de víveres fueron mal repartidos. Miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja están haciendo una valoración de las necesidades de los desplazados en las áreas desérticas de Mali, pero es muy difícil llegar a grupos de personas, entre ellos poblaciones nómadas”.
En cuanto a los desplazados internos, Misna traza un balance aproximado en base a informaciones disponibles, según las cuales hay al menos treinta mil en la región de Gao. Otros once mil, provenientes sobre todo de Leré, ciudad escenario de los combates de los últimos días, se señalan en siete localidades de la zona de Tombuctu, mientras que 19.000 están en la región de Kidal.
Por su parte, el presidente de Mali, Amadou Toumani Touré, ha conformado que, a pesar de la crisis, se celebrarán las elecciones presidenciales programadas para abril. “Estamos ya acostumbrados a organizar votos durante conflictos y rebeliones. Cualquiera que sea la situación, el país debe tener un presidente elegido de manera legal y legítima”, declaró.