«El santo padre nos ha pedido que recemos por él y por la Iglesia, rezar para que el Espíritu de Dios ilumine y guíe a aquellos que tendrán que elegir a su sucesor. Y estamos aquí, como una familia que desea expresar su cercanía y su afecto, su admiración y su gratitud hacia el papa, Benedicto XVI», éstas son las palabras del rector magnífico de la Pontificia Universidad Gregoriana, el jesuita Fraçois-Xavier Dumortier en la misa celebrada ayer en el Gesù.
Ha añadido: «Nos encontramos juntos con sentimientos de gran conmoción y de profundo respeto. Hemos aprendido del santo Padre la importancia del silencio interior y exterior, porque ‘sólo en el silencio la Palabra puede encontrar morada en nosotros’, porque en el silencio los ojos del corazón pueden reorientarse hacia Dios»
Las clases del miércoles por la mañana serán suspendidas para que todos puedan participar en la última audiencia con el papa. El padre Dumortier dijo que «hay momentos de conmoción profunda que no permiten muchas palabras, pero nos llevan ante todo y sobre todo a la oración».
En la homilía destacó las características de este pontificado: la sequela Christi, el encuentro con el Resucitado, el servicio a la Iglesia, el coraje de la verdad, la inteligencia de la fe.
A partir de la encíclica Deus caritas est, de hecho, el papa «nos ha animado incansablemente a seguir y amar al Señor en el camino de la misericordia y del amor, un camino que va del pasado al porvenir, que atraviesa el mundo como una flecha de fuego, que implica tanto al corazón como a la inteligencia». La vida cristiana no puede ser otra cosa que el encuentro con una Persona viva.
El rector de la Universidad Gregoriana invitó también a meditar en la persona y el estilo comunicativo de Benedicto XVI: «Como siempre, sin muchas palabras, nos ha recordado lo que está en el corazón de la fe. Lo ha hecho en su forma sobria y paterna que significaba respeto y confianza. Respeto al otro y confianza en el Espíritu que mora en cada uno. Todos nosotros hemos visto –y de alguna forma contemplado- tantas veces esta sencillez de un hombre poco propenso a lo sensacional, esta presencia humilde y sonriente que nos hacía recordar sus palabras del 19 de abril de 2005 ‘soy un humilde obrero de la viña del Señor'»
Un trabajo siempre al servicio del Señor y de la Iglesia, el de Benedicto XVI, conducido a través de tantas dificultades, obstáculos y pruebas, pero equilibrado por estar profundamente arraigado en una escucha atenta a ese Dios que ha hablado y continua a hablarnos. Él –afirmó el padre Dumortier – «ha querido y osado afrontar la realidad y los desafíos del mal en su diversidad, incluso dentro de la Iglesia. No podemos olvidar su libertad y su impresionante determinación en el no aceptar lo que se resiste a la verdad o la niega. La fuerza de la verdad es liberadora y es importante tener el valor de mirar la realidad con los ojos abiertos para obedecer al Señor. La Iglesia camina con la gracia de Dios sobre los caminos de la historia y recuerda siempre que no es el poder mundano que salva, sino el poder de la Cruz, de la humildad y del amor. El valor de la verdad y la lucha espiritual por la verdad abren el camino de una fe cada vez más profunda, cada vea más verdadera».
Para finalizar, el rector Dumortier recordó la misión que Benedicto XVI, en su discurso a la Gregoriana el 3 de noviembre del 2006, confió de forma particular a la Universidad fundada por san Ignacio de Loyola. «El santo padre nos ha llamado a dedicarnos a la inteligencia de la fe con todo el empeño y la dedicación de los que saben que muchos desafíos de nuestro tiempo son en el fondo intelectuales y piden los recursos de la razón, el conocimientos de nuestra tradición y la conciencia de las problemáticas de hoy. Se trata de un comprometerse sin miedo en este servicio de la inteligencia para hacer llegar al hombre de hoy el mensaje de la fe, Palabra que hace vivir y tener esperanza».