"Hay que amar a la persona con atracción hacia el mismo sexo, y darle buena orientación psicológica"

Entrevista a Richard Cohen, autor del libro »Abriendo las puertas del armario»

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El psicoterapeuta norteamericano Richard Cohen, especializado en ayudar a personas que experimentan AMS (Atracción por el Mismo Sexo) ha presentado este martes en Madrid su segundo libro traducido al español, Abriendo las puertas del armario (LibrosLibres). En el libro explica que no se nace homosexual, que hay una serie de causas que generan esta atracción en las personas, una atracción que ellas no eligieron, y explica que tratando esas causas se puede explorar y desarrollar el «potencial heterosexual» de cada persona, cambiando esa atracción. 

Desarrolla también con agilidad la historia del homosexualismo político en Estados Unidos, cómo el debate dejó de ser científico para ser político. Y pone ejemplos de homosexuales famosos en Estados Unidos que han explicado públicamente su infancia para rastrear en sus historias las heridas que les llevaron a desarrollar AMS. Cohen ha ayudado a cientos de personas a dejar de experimentar AMS, y de hecho él mismo fue homosexual muchos años. En una entrevista concedida a ZENIT insiste en la necesidad de cuidar el lenguaje y tratar con extremo respeto a las personas que sienten esta atracción.

¿La homosexualidad es una identidad? 

–Richard Cohen: Durante mucho tiempo, por desgracia, las personas con AMS han sido perseguidas y despreciadas. Todos tenemos necesidad de ser aceptados. Ellos necesitaron desarrollar el respeto propio y así crearon ese concepto de identidad sexual. Las personas con AMS lo sienten como algo natural. Lo sé, yo lo he vivido. Yo lo he sentido y les entiendo. 

Todos queremos ser aceptados, pero ¿hay que aceptar todo de cada persona?

–Richard Cohen: Muchas personas religiosas dicen, sin querer hacer daño: «Te acepto a ti, pero no a tu homosexualidad». Pero lo cierto es que las personas con AMS sienten que «lo que yo soy y lo que yo hago es lo mismo». Ellos lo perciben así. Mi consejo para padres, amigos y familiares de estas personas es que les digan, simplemente: «Te amo y te acepto tal como eres». Y si ellos preguntan: «¿aceptas y apruebas mis actos?», que respondan sonriendo «no, pero aún así te amo ya, tal como eres». Amemos ya 100% a la persona, y digámoslo, aunque no aprobemos sus acciones. 

¿Es correcto hablar de un «estilo de vida gay»

–Richard Cohen: A ellos no les gusta, y yo lo entiendo. Yo viví una vida gay, así que entiendo cómo se sienten, cómo piensan, y tengo el máximo respeto por la decisión de cada persona. Si alguien quiere vivir una vida gay tenemos que respetarle. Pero si alguien quiere explorar la posibilidad de cambiar de gay a heterosexual, también ha de ser respetado.

En su libro insiste en la necesidad de que en la familia haya un afecto físico, aunque no erótico, con los hijos; de padres que abrazan a sus hijos, que los besan… Pero hay países y regiones donde la gente se besa o se abraza poco, y otras regiones donde es muy común expresar sentimientos con el cuerpo.

–Richard Cohen: Si el hijo o la hija no experimentan físicamente ese amor, tendrán dificultades emocionales al crecer. Y no sólo AMS, puede ser fuente de problemas también para heterosexuales. Muchos hombres, heterosexuales o no, son promiscuos porque no se sintieron nutridos con amor paterno y materno cuando eran niños. Los hombres, que son más visuales, pueden recurrir a la pornografía. Las mujeres, que son más auditivas e imaginativas, a las novelas de fantasías románticas y eróticas.

Lo importante de verdad es que el niño perciba, sepa, sienta que es amado. La forma de expresar este amor puede ser distinta según las culturas y regiones. Gary Chapman habla de los cinco lenguajes del amor. Son: las palabras, los actos serviciales, el contacto físico, el tiempo de calidad compartido juntos y los regalos. Una cultura puede enfatizar más uno u otro, y deberíamos emplear todos aunque sea en distintas proporciones. Además, el carácter del niño debe tenerse en cuenta. Muchos chicos jóvenes con AMS tienen una necesidad particular de más afecto expresado físicamente, y a veces a los padres les cuesta expresar este afecto físicamente, abrazar a sus hijos.

Contra el argumento de que la homosexualidad es genética se ha comentado el caso de los doce primeros emperadores romanos, de los cuales sólo Claudio era exclusivamente heterosexual

–Richard Cohen: Bueno, en mis libros y en los estudios científicos se distingue entre la AMS, que es la atracción por el mismo sexo, y la «homosexualidad situacional», que es la que se da en cárceles o en internados de un sólo sexo, y la practican personas que en condiciones normales ya no recurrirán a ella. Este caso de los césares es similar. Al menos para varios de ellos, no se trata de AMS, sino de algo cultural. Estaba bien visto que los adultos iniciasen sexualmente a los jóvenes. Era situacional y se esperaba de ellos eso, y que más adelante fuesen heterosexuales. Desde luego no lo veían como una identidad. Hay culturas con actividades rituales sexuales entre personas del mismo sexo, pero que no implican AMS.

¿Qué le parece que Associated Press en su libro de estilo pida a los redactores usar la palabra «homofobia» sólo para casos clínicos, como en «agorafobia» o «aracnofobia»?

–Richard Cohen: Eso es magnífico. Todos hemos de dejar de etiquetar a las personas sólo porque estén en desacuerdo con nosotros. Homofobia es una palabra que deliberadamente se usa mal. Estrictamente hablando, es un miedo irracional a la homosexualidad. Nosotros amamos a todos los homosexuales, no les tenemos miedo, les queremos. Pero hay activistas que nos llaman homófobos simplemente porque no aceptamos todo lo que hacen o dicen. Otro abuso que se puede dar –y se está dando, por ejemplo, en colegios y universidades- es decir que todo aquel joven que tiene AMS y no le gusta es que sufre de «homofobia interiorizada» y añadir que eso es clínico.

La Congregación para la Doctrina de la Fe, en su Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, del 1 de octubre de 1986, decía: «los obispos deben procurar sostener con los medios a su disposición el desarrollo de formas especializadas de atención pastoral para las personas homosexuales; eso puede incluir la colaboración con las ciencias psicológicas, sociológicas y médicas». Usted, especializado en atención desde la psicología, ¿ha recibido mucha colaboración o apoyo de los obispos?

–Richard Cohen: Aunque la Santa Sede diga eso, yo no he visto que los obispos lo practiquen en Estados Unidos. Por un lado, me encuentro muchos curas pro-gays. Por el lado contrario, muchos curas homófobos, hostiles de verdad. Y los obispos no hacen lo que esa instrucción pide. Muy pocos ofrecen esa atención pastoral. Además, un problema de las comunidades religiosas que intentan ayudar es que no basta con acoger y rezar. Hace falta dar orientación psicológica. Hay que amar a la persona con AMS y además darle buena orientación psicológica. Y si la persona no quiere orientación, pues simplemente amar. 

Usted en Madrid va a impartir un seminario de tres días pero, ¿qué se puede aprender en tres días?
 
–Richard Cohen: Es una introducción básica a un protocolo exitoso para acompañar a hombres y mujeres con AMS, deseada o no. Enseñamos a acompañar y atender el potencial de vida de estas personas, y también protocolos sobre cómo acompañar a familiares. No es una certificación para ser terapeutas. Para que la International Healing Foundation recomiende a alguien como terapeuta primero han de seguir unos requisitos: supervisión varios meses, al menos 40 horas de terapia de casos concretos bajo apoyo, mostrar su título o licencia, ser psicoterapeutas diplomados o licenciados… Así, por ejemplo, un sacerdote que acuda al seminario puede hacer “acompañamiento”, pero no imp
artir una terapia de reorientación sexual.

¿Cuál es el papel de la espiritualidad en este terapia?

–Richard Cohen: Las investigaciones muestran que a las personas con cierta espiritualidad, ésta les ayuda en la terapia y en su nueva vida, así que motivamos para que siga su propio sistema de creencias y para que le sirva como una herramienta más en su proceso terapéutico. Algunos vienen muy alejados de Dios, fueron heridos por su propia Iglesia y se hacen más espirituales precisamente a través de la terapia, porque descubren y experimentan que Dios les ama profundamente, sin importar lo que hayan vivido. Muchos fueron muy rechazados en su Iglesia y ven que no tenía por qué ser así. Ven que son amados incondicionalmente. Pero también un ateo se beneficia de la terapia. Si sigue el protocolo, conseguirá el cambio, desde dentro. No tiene que ver tanto con qué creen sino con un buen encuentro consigo mismo.

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Antonio Rodríguez

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