A las 11 de esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, el santo padre se ha encontrado a los cardenales presentes en Roma, para el saludos de despedida.

Publicamos a continuación las palabras que el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, dirige al papa en nombre de todos lo presentes.

 Santidad,

Con gran trepidación los padres cardenales presentes en Roma se reúnen con usted, para manifestarle una vez más su profundo afecto y para expresarle su viva gratitud por Su testimonio de sacrificado servicio apostólico, por el bien de la Iglesia de Cristo y de toda la humanidad.

El sábado pasado, al finalizar los Ejercicio Espirituales en Vaticano, usted ha querido agradecer a sus colaboradores de la Curia Romana, recurriendo a estas palabras conmovedoras: "Mis amigos -así nos ha llamado- quisiera agradecer a todos vosotros no solo por esta semana, sino por estos ocho años, durante los cuales habéis llevado conmigo, con gran competencia, afecto, amor y fe, el peso del ministerio petrino".

Análogas y conmovedoras palabras dirigió ayer en la plaza de San Pedro al pueblo presente, citándonos como sus colaboradores. 

Amado y venerado Sucesor de Pedro, somos nosotros que debemos darle las gracias por el ejemplo que nos ha dado en estos ocho años de pontificado. El 19 de abril del 2005 comenzó a formar parte de la larga cadena de sucesores del apóstol Pedro y hoy, 28 de febrero de 2013, está a punto de dejarnos, en espera de que el timón de la barca de Pedro pase a otras manos. Se continuará así la sucesión apostólica, que el Señor ha prometido a su Santa Iglesia, hasta cuando se oiga en la tierra la voz de Ángel de la Apocalipsis que proclamará: " Tempus non erit amplius ...consummabitur mysterium Dei" (Ap 10, 6-7) "el tiempo no existe más...:¡se ha cumplido el tiempo de Dios!" Terminará así la historia de la Iglesia, junto a la historia del mundo, con la legada de cielos nuevos y tierra nueva.

Padre Santo, con profundo amor hemos tratado de acompañarle en su camino, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, los cuáles, después de haber caminado con Jesús buena parte del camino, se dijeron el uno al otros: ¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino? (Lc 24, 32).

Sí, Santo Padre, sepa que ardía también nuestro corazón cuando caminábamos con usted en estos últimos ocho años. Hoy queremos una vez más expresarle toda nuestra gratitud. En coro le repetimos una expresión típica de su querida tierra nata: "Vergelt's Gott", ¡que Dios le recompense!