La audiencia general de ayer por la mañana tuvo lugar a las 10,30 en la plaza de San Pedro, donde el santo padre Francisco se encontró con grupos de peregrinos y fieles provenientes de Italia y de otros países.
En su discurso en lengua italiana el papa habló de san José, como carpintero, se detuvo en comentar el tema de la jornada mundial dedicada al Día del Trabajo y cómo la actividad laboral «unge» de dignidad al ser humano, a imitación de Dios que actúa siempre.
Tuvo palabras de denuncia del «trabajo esclavo» y de la trata de personas para ser explotadas en diversos campos de la actividad laboral.
En un segundo momento, invitó a la contemplación de Jesús, a imitación deJosé y María, que tienen un solo centro común de atención: Jesús. En este punto, lanzó interrogantes a los asistentes: «¿qué espacio doy al Señor? ¿Me detengo a dialogar con Él?». «Desde cuando éramos pequeños –recordó–, nuestros padres nos han acostumbrado a iniciar y a concluir el día con una oración, para educarnos a sentir que la amistad y el amor de Dios nos acompañan». «¡Acordémonos más del Señor en nuestras jornadas!», exhortó.
La última parte de su alocución la dedicó al mes de mayo, dedicado a Nuestra Señora, exhortando a rezar el rosario u otras oraciones similares dedicadas a la Madre de Dios.
Se puede leer el texto completo de la catequesis en: http://www.zenit.org/article-45605?l=spanish.
Tras sus palabras en italiano, Francisco saludó cordialmente a los numerosos peregrinos presentes en la audiencia –calculados en unos setenta mil- y nombró en modo especial a los provenientes de la Archidiócesis de Gwangju en Corea del Sur. Y, de todos los fieles presentes de lengua inglesa, nombró a aquellos provenientes de Inglaterra, Escocia, Dinamarca, Canadá y Estados Unidos, invocando para ellos «la alegría y la paz del Señor Resucitado».
Tras la síntesis en varias lenguas, el papa Francisco dirigió saludos especiales a los grupos de fieles presentes.
Cuando se dirigía a los fieles polacos, recordó que ayer se cumplía también el segundo aniversario de la beatificación del papa Wojtyla. «Que vuestra vida –les dijo- sea permeada por la fe, la caridad y el coraje apostólico de Juan Pablo II».
También tuvo unas palabras especiales de aliento para los asistentes de lengua árabe: «No tengáis miedo del compromiso, del sacrificio y del futuro; Mantened viva la esperanza, porque siempre hay una luz en el horizonte».
A los asistentes de lengua española les dijo: «Hoy, primero de mayo, fiesta de san José obrero e inicio del mes dedicado a la Virgen María, deseo reflexionar sobre dos ideas. La primera sobre el trabajo. En el evangelio, Jesús es conocido como »el hijo del carpintero». En el taller de Nazaret, comparte con san José el esfuerzo, el cansancio, los problemas de cada día, así como también la satisfacción».
«El trabajo –añadió el papa- forma parte del plan del amor de Dios y otorga dignidad a la persona. No dejo de pensar en las dificultades que tienen no pocos países en el ámbito laboral. Pido a todos que, en la medida de sus responsabilidades, se esfuercen por crear puestos de trabajo y dar esperanza a los trabajadores. San José, que vivió momentos difíciles y puso su confianza en Dios, que no abandona, interceda por todos los trabajadores del mundo».
Culminó estas palabras en español refiriéndose «a la actitud de María y José ante Jesús. Ellos acompañan y protegen con ternura el crecimiento del Hijo de Dios, sabiendo conservar y meditar en su corazón todas las cosas. Para escuchar al Señor, es necesario contemplarlo, percibir su presencia, dialogar con Él, sacar tiempo para la oración. En este mes de mayo, recuerdo la importancia y la belleza de la oración del Rosario. Con su recitación, meditamos los momentos centrales de la vida de Jesucristo, tratando de que Él sea el centro de nuestros pensamientos, atenciones y acciones».
Y saludó «cordialmente» a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Costa Rica, Perú, Chile, México y los demás países latinoamericanos. A todos ellos les dijo: «Pidamos a san José y a la Virgen María que nos enseñen a ser fieles en nuestro trabajo cotidiano y a afrontar con fe las vicisitudes de cada día. Muchas gracias».