En una plaza de San Pedro abarrotada de fieles, donde Francisco saludó sonriendo, animó a los grupos y bendijo a los niños que le alcanzaban sus padres, la catequesis semanal del papa estuvo centrada en la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo.
Las imágenes permitieron ver el gesto simbólico de un grupo de peregrinos que le llevó una jaula con palomas, una de la cuales tomó vuelo solo algunos segundos después de estar quieta en la mano del papa. Una imagen bellísima inmortalizada por las cámaras del mundo que denota paz, creación, franciscanismo…
Guiados hacia la Verdad
Haciendo referencia a las lecturas joánicas, cuando Jesús les dice a sus discípulos: el Espíritu Santo "les guiará en toda la verdad" (cf. Jn. 16,13), siendo él mismo "el Espíritu de la Verdad" (cf. Jn 14,17; 15,26; 16,13), el santo padre recordó las enseñanzas del papa emérito Benedicto XVI, quien advertía que nuestra época es muy proclive al escepticismo y al relativismo, con una “tendencia a creer que no hay nada definitivo, y a pensar que la verdad está dada por el consenso general o por lo que nosotros queremos”.
Invitó al creyente a reconocer que en Cristo se conoce la Verdad, la cual, en la plenitud de los tiempos, "se hizo carne" (Jn. 1,1.14), y “que vino entre nosotros para que la conociéramos”. Y esta verdad, continuó, “no se aferra como una cosa, la verdad se encuentra; no es una posesión, es un encuentro con una Persona”.
Según Francisco, para este reconocimiento el cristiano tiene la asistencia del Espíritu Santo, a quien Jesús define como el "Paráclito", que significa "el que viene en nuestra ayuda", el que está a nuestro lado para sostenernos en este camino de conocimiento. Fue el mismo Salvador quien, en la Última Cena, “asegura a sus discípulos que el Espíritu Santo les enseñará todas las cosas, recordándoles sus palabras (cf. Jn. 14,26)”.
Acción del Espíritu
“¿Cuál es entonces la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas y en la vida de la Iglesia para guiarnos a la verdad?”, se preguntó el catequista universal, para luego describir que este, “recuerda e imprime en los corazones de los creyentes las palabras que Jesús dijo”.
De este modo, por ejemplo la Ley, “se inscribe en nuestros corazones y en nosotros se convierte en un principio de vida”, con el fin de valorizar las acciones de cada día.
Otra acción del Espíritu es “transformar los corazones” a fin de que se convierta a Dios, tal como lo profetizó Ezequiel: “Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo… infundiré mi espíritu en ustedes y les haré vivir según mis preceptos, y les haré observar y poner en práctica mis leyes” (Ez. 36, 25-27).
Un “acompañamiento” de la tercera Persona de la Trinidad es durante el camino hacia “la Verdad" (Jn. 16,13). Francisco explicó que este no solo lleva al creyente al encuentro con Jesús, “sino que nos guía "en" la Verdad, es decir, nos hace entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús, dándonos la inteligencia de las cosas de Dios”.
Cirtando el numeral 12 de la Constitución dogmática Lumen Gentium, el santo padre afirmó “que el Espíritu de la verdad actúa en nuestros corazones, suscitando aquel «sentido de la fe» (sensus fidei), a través del cual, el Pueblo de Dios, bajo la guía del Magisterio, indefectiblemente se adhiere a la fe transmitida, la profundiza con un juicio recto y la aplica más plenamente en la vida”.
Rezar al Paráclito
Como buen párroco y catequista, el papa compuso y compartió una oración al Espíritu consolador, e invitó a los presentes a rezarla “para que abra nuestros corazones a Jesús”.
Las sencillas frases de Francisco se ordenan así en una plegaria: “Espíritu Santo, haz que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi corazón esté abierto al bien, que mi corazón esté abierto a la belleza de Dios, todos los días”.
¿Y por qué debe abrirse el cristiano a las palabras y a las verdades de fe? Según el santo padre, esta actitud es necesaria para que estas “se conviertan en vida, y (crezcan) bajo la acción del Espíritu Santo (...) (porque) a través del Espíritu Santo, el Padre y el Hijo establecen su morada en nosotros: nosotros vivimos en Dios y para Dios”.
Invitó a dejarse “impregnar” con la luz del Espíritu Santo, “para que Él nos introduzca en la Verdad de Dios, que es el único Señor de nuestra vida”. Y qué mejor en este Año de la Fe, continuó, “para que la fe dirija toda nuestra existencia”.
Porque no es posible "ser cristiano ‘por momentos’, solo algunas veces, en algunas circunstancias, en algunas ocasiones. (sino que) ¡Se es cristiano en todo momento!”, advirtió.
Saludo en español
Ante la presencia de peregrinos en lengua española, el papa Francisco les dirigió las siguientes palabras:
"Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Honduras, Paraguay, Chile, Argentina y los demás países latinoamericanos. Pidamos a la Virgen María que nos haga dóciles a la acción del Espíritu Santo, para que como Ella, con disponibilidad total, digamos “sí” a los designios de Dios en nuestra vida".
El texto íntegro de la Catequesis del papa aquí