En la Vigilia de Pentecostés de la «Jornada con los movimientos, las nuevas comunidades, las asociaciones y las organizaciones laicales», el santo padre Francisco escuchó distintos testimonios y preguntas que le permitieron medir por primera vez durante su pontificado, la gran fuerza viva que son hoy en día los laicos en la Iglesia.
Hasta la plaza de san Pedro llegaron miembros de cerca de ciento veinte movimientos con presencia en Italia y a nivel mundial.
Después de la entronización del icono de la Virgen, que con la antigua advocación de Salus Populi Romani que presidió el encuentro, los asistentes y el papa escucharon los testimonios de diversos laicos que por su actividad profesional, su vida cristiana o por el solo hecho de estar en un país sin libertad religiosa, deben dar muestras de su fe.
Fue significativo escuchar al hermano de Shahbaz Bhatti, el exministro católico de Minorías de Pakistán, asesinado en Islamabad en 2011 por islamistas a causa de su oposición a la ley contra la blasfemia.
Dar respuesta a la fe
En el evento, enmarcado en el calendario del «Año de la fe», el papa respondió de forma espontánea, a las preguntas formuladas por diversos representantes, las que confesó «conocerlas de antemano».
Estos, en nombre de los laicos del mundo entero, le pidieron al papa una luz sobre temas de evangelización, el testimonio cristiano y una aclaración mayor sobre aquel llamado de Francisco para que la Iglesia sea «pobre y para los pobres»
Sobre la transmisión de la fe, insistió que esta debe ser presentada, porque si alguien no da el primer anuncio, el futuro creyente no podrá encontrarse con Jesús. Volvió a recordar que un nuevo encuentro con el Padre puede darse en el confesionario, «donde Él siempre nos espera».
Advirtió sin embargo que el mayor enemigo ante la fragilidad, es el miedo. Por lo que insistió que al sentirse inseguro, hay que saber que «allí está el Señor».
Comunicar a Cristo
En respuesta sobre la segunda pregunta, acerca de cómo comunicar la fe hoy, enseñó que esto no es cuestión de buscar una eficacia ni consiste en hacer estrategias, «las cuales son solo herramientas secundarias».
Lo que debe hacerse, añadió, es «comunicar a Jesucristo, y no más a Francisco», en clara alusión a que el auténtico líder de la Iglesia es Cristo y no el papa.
Invitó a rezar más, a fin de «dejarse guiar por él». Recordó el pasaje en que Pedro tuvo la visión de que el evangelio debía llevarse también a los gentiles, para insistir que hay que dejarse «sorprender» por Jesús, dejando que el Espíritu de Dios actúe dentro del evangelizador, y lo lleve hacia adelante.
Purificar la cuestión pública
Consultado sobre cómo construir una ética pública y un mejor modelo para el desarrollo humano, recomendó que el mejor testimonio que se puede dar, es con una vivencia auténtica del evangelio en esos espacios.
Advirtió sin embargo que la Iglesia «no es un movimiento político, ni una estructura bien organizada», ni tampoco debe ser comparada con una ‘ONG’. Porque cuando se hace esto, continuó, «se pierde la sal, no hay sabor, se vuelve una organización vacía, llevada por el eficientismo».
Lo contrario debe ser, en el pensamiento de Francisco, «el desarrollo de la solidaridad, del compartir». Porque según dijo, «lo que está en crisis es el hombre, el cual puede ser destruido al ser imagen de Dios».
Hizo ver que al estar frente a una crisis de esta magnitud, al hombre «se le despoja de la ética, en que todo es posible y todo se puede hacer».
Criticó al actual sistema económico, que se preocupa por las grandes caídas de las instituciones financieras, a diferencia de los que mueren de hambre por las calles.
No cerrarse ni aislarse
Ante esta realidad, invitó a la Iglesia a no cerrarse ni aislarse. Exhortó a «no cerrarse en la parroquia, con el movimiento, entre los que pensamos igual». Porque cuando se cierra, «se enferma».
Invitó nuevamente a que la Iglesia «salga de sí misma, hacia la periferia, a dar testimonio del evangelio y a encontrarse con los demás», en clara respuesta al mandato de Jesús de «Ir«.
«Prefiero una Iglesia accidentada, a una que está enferma por cerrarse», dijo. Y criticó aquellas «estructuras caducas» que «no nos hacen libres, sino esclavos».
Se refirió también a que debe darse «una cultura del encuentro, de la amistad, de hablar aún con los que no piensan como nosotros, incluso con otra fe, porque todos son hijos de Dios».
Una Iglesia pobre
Una de las preguntas hizo referencia a la expresión dicha por Francisco dos días despues del inicio de su pontificado, de que le gustaría una «Iglesia pobre y para los pobres».
A este respecto –y con la atención mundial puesta en sus palabras–, explicó que basta «salir para encontrar la pobreza». Lamentó que hoy en día encontrar un mendigo muerto de frío o hambre por la calle ya no sea una noticia…
Criticó a quienes se mantienen indiferentes a esta realidad, especialmente a aquellos cristianos «que hablan de teología mientras toman el té», en clara referencia a su homilía de días atrás donde dijo que no se necesita de «cristianos de salón» en este momento en la Iglesia.
Muy por el contrario, prosiguió, «hay que tener coraje y salir hacia aquellos que son la carne de Cristo». Porque para Francisco, la pobreza no es una categoría filosófica o sociólogica, sino teológica, «porque el hijo de Dios se ha hecho pobre».
Y si la Iglesia no va hacia la carne de Cristo que está en los pobres, se cae en la «mundanidad espiritual», un concepto muy unido a los peligros del cristianismo de salón.
Terminó animando a todos a anunciar el evangelio con coraje y a la vez con paciencia. E invitó a unirse a los cristianos «que sufren tanto, que hacen la experiencia del límite entre la vida y la muerte», reiterando su llamado por una verdadera libertad religiosa para todos.
«Para todos», porque según Francisco, «todos deben ser libres en su confesión religiosa, porque son hijos de Dios».
Terminada la ceremonia, el papa saludó a los líderes de las más importantes realidades laicales del mundo, con quienes departió algunos segundos entre comentarios y sonrisas.
Mañana domingo, solemnidad de Pentecostés, el santo padre presidirá una celebración eucarística en la plaza de San Pedro, a la cual siguen llegando los peregrinos pertenecientes a cientos de movimientos y organizaciones apostólicas.