Papa Francisco: la trata de personas es una vergüenza para los sociedades civilizadas

Audiencia a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Inmigrantes y los Itinerantes

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El santo padre Francisco ha recibido esta mañana en audiencia a los participantes de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes sobre el tema «La solicitud pastoral de la Iglesia en el contexto de las migraciones forzadas».

El papa ha señalado sobre el documento de este dicasterio titulado «Acoger a Cristo en los refugiados y las personas desplazadas por la fuerza», que «llama la atención sobre los millones de refugiados, desplazados y expatriados, tocando también la plaga del tráfico de seres humanos, que cada vez más a menudo afecta a los niños, envueltos en las peores formas de explotación y reclusión incluso en los conflicto armados».

A este respecto, el papa ha afirmado que la trata de personas es una «¡vil actividad, una vergüenza para nuestras sociedades que se dicen civilizadas! Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacer un serio examen de conciencia delante de sí mismos y delante de Dios». Por eso, ha añadido, «la Iglesia renueva hoy su fuerte llamamiento para que siempre sean tuteladas la dignidad y la centralidad de cada persona, en el respeto de los derechos fundamentales».

El papa Francisco ha dicho que «en un mundo donde se habla tanto de derechos parece que el único que los tiene es el dinero». Reconociendo la labor que este Pontificio Consejo  realiza ha expresado su aprecio y su reconocimiento y les ha animado a «continuar en el camino del servicio a los hermanos más pobres y marginados». «Somos de hecho una sola familia humana que, en la multiplicidad de sus diferencias, camina hacia la unidad, valorizando la solidaridad y el diálogo entre los pueblos», ha afirmado el papa.

Sobre la Iglesia, ha recordado que «es madre y su atención materna se manifiesta con particular ternura y cercanía hacia quien se ve obligado a huir del propio país y vive entre desarraigo e integración. Esta tensión destruye a las personas».

En este contexto, el santo padre ha querido hablar de esperanza, «esperanza que se expresa en las expectativas por el futuro, en las ganas de relaciones de amistad, en el deseo de participar en la sociedad que le acoge, también mediante el aprendizaje de la lengua, el acceso al trabajo y la enseñanza para los más pequeños». Y ha añadido que «admiro el coraje de quien espera poder gradualmente retomar la vida normal, en espera que la alegría y el amor vuelvan a alegrar su existencia», por lo que el papa ha exhortado: «¡todos debemos alimentar esta esperanza!»

También ha querido dirigirse a los gobernantes, legisladores y toda la comunidad internacional y les ha invitado «a considerar la realidad de las personas forzadas a emigrar con iniciativas eficaces y nuevos enfoques para tutelar su dignidad, mejorar su calidad de vida y hacer frente a los desafíos que surgen en formas modernas de persecución, de opresión y de esclavitud», personas, ha dicho el papa, que «hacen un llamamiento a la solidaridad y a la asistencia, que tienen necesidad de intervenciones urgentes, pero sobre todo de compresión y de bondad».

Del mismo modo ha exhortado a las comunidades cristianas a recordar que «curando las heridas de los refugiados, de los desplazados y de las víctimas del tráfico de personas, ponemos en práctica el mandamiento de la caridad que Jesús nos ha dejado».

Para finalizar, el santo padre Francisco ha recordado que «vuestra tarea es cada vez más exigente, para favorecer respuestas concretas de cercanía y de acompañamiento a las personas, tendiendo en cuenta las diferentes situaciones locales».

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Staff Reporter

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