El santo padre Francisco recibió ayer por la mañana a los miembros de la Fundación Centesimus Annus - Pro Pontifice en ocasión del Congreso Internacional sobre el tema: "Repensar la solidaridad para el empleo: los desafíos del siglo XXI"
Esta Fundación, tal y como recordó el papa Francisco, fue instituida por el beato Juan Pablo II hace veinte año y lleva el nombre de la encíclica que firmó en el centenario de la Rerum novarum. "Su ámbito de reflexión y de acción es por tanto el de la Doctrina social de la Iglesia, a la cual han contribuido de diferentes modos los papas del siglo pasado y también Benedicto XVI, en particular con la encíclica Caritas in veritate, pero también con discursos memorables", ha recordado.
El santo padre ha dado las gracias por el servicio que realizan al magisterio social "por parte de laicos que viven en la sociedad, en el mundo de la economía y del trabajo". Sobre la pregunta hecha en el Congreso, ¿repensar la solidaridad? el papa ha explicado que "repensar" significa dos cosas: por un lado "conjugar el magisterio con la evolución socio-económica, que, siendo constante y rápida, presenta aspectos cada vez más nuevos" y en segundo lugar quiere decir "profundizar, reflexionar, para hacer emerger toda la fecundidad de un valor - la solidaridad en este caso - que en profundidad sale del Evangelio, es decir de Jesucristo, y por tanto como tal contiene potencialidad inagotable".
Sobre el desempleo el papa ha expresado que "es un fenómeno que se está extendiendo con rapidez en amplias zonas del occidente y que está ampliando de forma preocupante los confines de la pobreza" y ha añadido "no hay peor pobreza material (...) que la de no permitir ganarse el pan y que priva de la dignidad del trabajo". Ha continuado subrayando que este "algo que no funciona" no afecta solo al sur del mundo sino a todo el planeta. A la palabra solidaridad "es necesario dar de nuevo su merecida ciudadanía social", la solidaridad "no es una limosna social, sino un valor social".
Reflexionando sobre la actual crisis, "que no es sólo económica y financiera" ha explicado que "seguir a los ídolos del poder, del beneficio, del dinero, por encima del valor de la persona humana, se ha convertido en una norma fundamental de funcionamiento y criterio decisivo de organización".
Ha finalizado recordando que a la sociedad se le ha olvidado que "por encima de los negocios, de la lógica y de los parámetros del mercado, hay un ser humano y hay algo que se debe al hombre en cuanto hombre, en virtud de su dignidad profunda: ofrecerle la posibilidad de vivir con dignidad y de participar activamente al bien común". Por eso, ha recordado el papa Francisco, "debemos volver a la centralidad del hombre, a una visión más ética de las actividades y de las relaciones humanas, sin el temor de perder algo".