Continuamos con la serie sobre la Iglesia en América Latina, un subcontinente que ha tomado mayor relieve por la elección del papa Francisco, quien fue el arzobispo de Buenos Aires en Argentina.
En esta oportunidad, nos acercamos un poco más a la realidad, desafíos y compromisos de la Iglesia de Haití.
Los artículos ofrecidos toman como base el Observatorio Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano – Celam (OPC), que en un esfuerzo loable viene poniendo “el lente” sobre los desafíos y potencialidades del también conocido “Continente de la esperanza y de la Caridad”.
Llegada del catolicismo en Haití
Como relata la historia –recogida por el OPC, en su primer viaje en el año 1492 Cristóbal Colón descubrió una isla hoy conformada por Haití y Republica Dominicana, que fuera bautizada por él mismo con el nombre de la Hispañola o Española.
Acompañarían luego en esta travesía los primeros misioneros que con solo pisar tierra firme, plantaron la cruz evangelizadora.
Aún cuando esta isla fue descubierta y en un primer momento colonizada por los españoles, la parte occidental, lo que hoy conocemos como Haití, por el tratado de Ryswick y luego de una fuerte incursión francesa en el año de 1697, fue dada por España a Francia.
Creencias religiosas
Según el OPC, se cuenta actualmente con el 80% de la población que es católica, quienes viven su fe en convivencia con otras denominaciones de tipo protestante, con el Islam y el culto ancestral del Vudú.
Desafíos pastorales
En el mismo informe continental, se lee que la dinámica pastoral de la comunidad eclesial de Haití “está fuertemente marcada por la realidad de pobreza y desigualdad social que caracteriza este país”. Ante esta realidad “la Iglesia reconoce que la sociedad haitiana, es una sociedad que se ha olvidado del bien común, que posee una baja autoestima, una desconfianza en sí misma y es una sociedad marcada por la desintegración familiar con débil liderazgo”.
En el escenario eclesial, se lee que hay una realidad “poco alentadora”. Esto a raíz de que al haber sido reconocido el Vudú como una religión más, “la vida espiritual del pueblo haitiano está marcada por el sincretismo, existen haitianos vudúes que se reconocen a su vez como cristianos y viceversa”.
“La Iglesia haitiana, junto a estas problemáticas, reconoce también que esta es una nación que canta y baila, que posee una gran riqueza espiritual en torno a la religiosidad popular y a las vocaciones especialmente enfocadas a la misión”, es lo que subraya el OPC sobre la Iglesia del país caribeño.
Nuevos retos
Siendo concientes de esta realidad, la Conferencia Episcopal Haitiana se ha trazado como tareas pastorales urgentes “estar al lado del pobre, compartir su dolor, hacerse uno con él, en pos de una vida digna consolidada y dinamizada por el desarrollo de los derechos humanos fundamentales”.
Lejos de cualquier sombra de asistencialismo, el OPC destaca la voluntad de la comunidad eclesial por “incentivar y acompañar proyectos en pro de la justicia, equidad y servicio al pueblo haitiano”.
Es fundamental también para ello, “fortalecer la formación permanente, a nivel espiritual, intelectual y eclesial, de los agentes de pastoral, sacerdotes y seminaristas”.
Una comunidad de servicio
Las cifras ofrecidas por el OPC, dejan ver que la Iglesia en la sociedad haitiana está representada por el episcopado de ese país, que agrupa a dieciséis obispos representantes de las dos arquidiócesis (Port-au-Prince y Cap Haïtien) y de ocho diócesis (Cayes, Jacmel, Nippes, Jérémie, Hinche, Artibonite, Fort-Liberté y Port de Paix).
Asimismo, prestan su servicio alrededor de 520 presbíteros haitianos, 1150 religiosos y están presentes 36 congregaciones religiosas.
Los campos de acción directa están centradas en la promoción humana y la evangelización. Sobre lo primero, el OPC identifica la tarea de Cáritas en diferentes áreas como es lo agrícola, el financiamiento solidario para proyectos productivos, la atención socio-sanitario y lo que corresponde al desarrollo integral de las mujeres.
Relación Iglesia-Estado
Como se lee en el OPC, “la historia constitucional y religiosa de Haití da cuanta que esta nación de acuerdo con sus normativas constitucionales y legales, siempre ha intentado mantener la igualdad de todas las confesiones religiosas y la libertad de las mismas”.
Sin embargo se destaca quela Iglesia católica en Haití cuenta con una serie de “beneficios” frente a las demás confesiones religiosas, enmarcados específicamente en el financiamiento para la construcción y mantenimiento de los templos y catedrales.
Comunicación para la comunión
Para llevar a cabo su labor, la comunidad eclesial haitiana ha desarrollado ampliamente el trabajo con los medios de comunicación, especialmente la radio.
Destaca la conocida televisora Don Bosco y Tele Soeil, así como una red eficaz de radios que emiten desde casi todas las diócesis.
Frutos de santidad
Hay un esclavo que recuperó su libertad en Haití y que hoy es reconocido como venerable por la Iglesia. Se trata del laico Pierre Toussaint (1766-1853).
Heredero de un importante fortuna, se casó con la esclava Juliette Noel sin tener descendencia, y durante una epidemia de fiebre amarilla, Pierre Toussaint fundó asilos y hospicios para niños huérfanos.
Muerto en olor de santidad en Nueva York a la edad de 87 años, fue declarado venerable en 1996, por lo que prosigue su proceso de beatificación.
Un santuario para María
Los católicos haitianos veneran a la Virgen del Perpetuo Socorro en su propio santuario edificado en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe, por los misioneros redentoristas.
Cuenta la tradición que ante una terrible epidemia de viruela que azotaba el país en 1883, los devotos acudieron a la Virgen y le hicieron una novena. Fue así que la epidemia habría cesado milagrosamente, por lo que se decidió nombrarla “patrona” del país.
En 1993 se celebró el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona de Haíti. El papa Juan Pablo II visitó Haití en 1992 para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro.