Este fin de semana en Roma se realizarán varias iniciativas sobre la Evangelium Vitae, la encíclica del beato Juan Pablo II publicada en 1995 que defiende el valor y el carácter sagrado e inviolable de la vida humana.
Organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, al evento participarán varios miles de personas pertenecientes a movimientos, asociaciones, y todo tipo de instituciones que trabajan en defensa de la vida, provenientes de Estados Unidos, Italia, Japón, Gran Bretaña, Alemania, España, Bélgia, Australia, Argentina, Rumanía, Hungría, entre otros.
El momento central del evento será el domingo por la mañana, a las 10,30 locales, cuando el papa Francisco celebrará la santa misa en la plaza de San Pedro.
El sábado en cambio, contará con una catequesis en diversas iglesias, destinados a los grupos lingüísticos, realizadas en diversas iglesias de Roma.
En idioma español será en la basílica de San Antonio de Padua, situada entre Santa María la Mayor y San Juan de Letrán y estará a cargo del subsecretario del Pontificio Consejo para la Familia, monseñor Carlos Simón Vásquez. A continuación allí será celebrada la santa misa por monseñor José Rodríguez Carballo OFM, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Después de las reuniones por idiomas, hacia las 15 horas, se realizará una peregrinación desde el ‘Castel Sant’Angelo’ hasta la plaza de San Pedro, que concluirá con rezo del Credo en diversos idiomas.
Monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización aseguró que “el encuentro ofrecerá a los fieles de todo el mundo la oportunidad de reunirse junto al santo padre, para dar testimonio común del valor sagrado de la vida: la vida de los ancianos, enfermos, agonizantes, no nacidos, quienes viven afligidos físicamente y mentalmente y de todos aquellos que sufren”.
“Este evento -añadió el arzobispo italiano- será también la ocasión para celebrar, afirmar y animar a quienes así dulcemente se abandonan a seguir los pasos del Buen Pastor, proveyendo a las necesidades físicas, emocionales, psicológicas y espirituales de los necesitados”.
“Nuestra esperanza -concluyó monseñor Fisichella- es que el número de los fieles reunidos en la plaza de San Pedro sea tan grande que haga sentir a todo el mundo nuestra coral expresión del verdadero corazón de la misión redentora de Jesús”.