Durante la audiencia general de los miércoles, el papa Francisco recordó el Día Mundial del Refugiado que se celebra este jueves a nivel mundial.
Invitó a poner una especial atención a la situación de las familias de refugiados quienes «a menudo son obligados a abandonar rápidamente su casa y su patria, y a perder todo lo que es bueno y seguro para escapar de la violencia, la persecución o la discriminación grave sea por motivos de religión profesada, de pertenencia a un grupo étnico, o por sus opiniones políticas».
Alertó que el refugiado es una persona expuesta a los peligros del viaje, y a menudo estos hogares están en riesgo de desintegración, además de que en el país que los recibe, tendrá que lidiar con las diferentes culturas y sociedades.
«No podemos ser insensibles a las familias y a todos nuestros hermanos y hermanas refugiados: estamos llamados a ayudar, a abrirnos a la comprensión y a la hospitalidad», fue su invocación, no sin antes reconocer a las miles de personas e instituciones que en el mundo entero ayudan a los refugiados, quienes «están marcados con el rostro de Cristo».