Con motivo del 203º aniversario de la independencia de Chile, los obispos de todo el país presidieron sendas celebraciones del Te Deum, para dar gracias a Dios «por la vida de Chile y de sus habitantes, y han invitado a todos a la construcción de una sociedad más justa y fraterna», según informa el episcopado de dicho país.
La palabra Te Deum significa “A ti, oh Dios”, y son las primeras palabras de este cántico de alabanza. Y según informa el mismo ente eclesiástico, el Te Deum se celebra tradicionalmente en Chile desde 1811, año en que José Miguel Carrera pidió a la autoridad eclesiástica que celebrara una Acción de Gracias para conmemorar el primer aniversario de la Junta Nacional de Gobierno.
Desde el año 1971, el Te Deum tiene carácter ecuménico. Ese año, el entonces arzobispo de Santiago, cardenal Raúl Silva Henríquez, invitó a obispos y pastores de otras Iglesias cristianas a participar con sus oraciones en esta ceremonia, accediendo así a una solicitud del entonces presidente de la República, Salvador Allende.
Un país agradecido
En Santiago, el Te Deum Ecuménico estuvo presidido por monseñor Ricardo Ezzati, SDB, arzobispo de Santiago, y contó con la asistencia del presidente de la República, Sebastián Piñera, y altas autoridades de la nación. En su homilía, destaca la nota informativa, monseñor Ezzati invitó «a fijar la mirada en el Bien Común y a construir fraternidad para, desde la verdad y el respeto, con amor, franqueza y un diálogo incansable, mantener abiertas las puertas al reencuentro y a la convivencia en paz».
Por su parte, el obispo de Calama, monseñor Guillermo Vera, recordó a los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos con la frase: «¡Nunca más!”, e invito a los fieles a «no permitir que la ceguera de nuestras pasiones nos lleve a no reconocernos como hermanos, no podemos permitir que el odio vuelva a matar el alma de Chile».
Muy cerca de allí, el arzobispo de Antofagasta, monseñor Pablo Lizama, destacó que «un buen creyente debe ser un buen ciudadano, con virtudes que se promueven desde su fe: la honradez, el respeto a su prójimo, la sobriedad de vida, el trabajo bien hecho, el amor a la justicia y la verdad».
Otras ciudades como Valparaíso, Rancagua y Punta Arenas dieron gracias a Dios por el don de la unidad e hicieron llamados hacia la reconciliación al cumplirse los cuarenta años del Golpe militar en Chile.